sábado, 17 de marzo de 2012

Empresa Familiar: Confusión de lazos de afecto con lazos contractuales






por Gonzalo Gómez y María Piedad López V
Los lazos de afecto son propios de la familia y los lazos contractuales son propios de la empresa. Cada una de estas dos instituciones (familia y empresa) tienen definidos sus propios valores y características como pilares de su éxito. Por su parte, la familia encontrará en la unidad, el compromiso y el afecto, características que la harán mucho más fuerte, mientras que la empresa encontrará en la competitividad, la eficacia y el logro de resultados, aspectos que fortalecen su crecimiento.
La trampa en la que caen muchas empresas es creer que los aspectos o características de estas dos instituciones pueden sobreponerse unas sobre otras o peor aún, reemplazar unas por otras en la labor diaria de una empresa familiar.
Es decir, en la familia, el amor entre padres e hijos puede llevar al desarrollo de los demás sin medir detalladamente lo que reciben y el amor hace que todos puedan recibir más de lo que aportan (Gallo, M. 1995). Sin embargo en la empresa cada miembro debe aportar su esfuerzo para lograr la generación de riqueza y recibir en forma justa, lo que se merece de acuerdo a su trabajo.
Permitir que los sentimientos de afecto impidan la exigencia de resultados laborales genera conflictos familiares, en su mayoría públicos ante los empleados de la empresa, promoviendo la formación de parcelas y bandos dentro de la misma. Estas situaciones, por lo general, se producen cuando los miembros familiares no saben separar los lazos afectivos de los lazos laborales, no saben dividir entre las relaciones padre-hijo, hermanohermano y las relaciones jefe-empleado.
Cuando las relaciones jefe-empleado están definidas, se presenta una tensión contractual, es decir, la que se presenta en cualquier empresa ante la exigencia de resultados. En la empresa familiar esto no sucede, no existe una tensión contractual
entre padres, hijos y hermanos, pues no se exigen claramente resultados en aras de mantener la unidad familiar y evitar los enfrentamientos.
Sustituir la exigencia de resultados óptimos y oportunos por una permisividad y flexibilidad proveniente del afecto familiar, es un error que afecta el compromiso y la dedicación de los miembros de la empresa en el desarrollo de las ventajas competitivas.Consecuencias de confundir los lazos afectivos con los lazos contractuales se presentan en el momento de transmitir la propiedad a los hijos con base en el criterio de la equidad, dejando de lado la importancia de las aptitudes de cada hijo y olvidando el criterio de la justicia para dar a cada uno lo que le corresponde, con base en los esfuerzos y compromiso que le ha dedicado a su trabajo dentro de la empresa.
En cuanto a las aptitudes de cada hijo, éstas son indispensables en el momento de definir las responsabilidades de cada miembro dentro de la empresa, ya que cada uno participará en ésta dependiendo de sus habilidades, intereses y compromisos con el progreso del negocio.
Dentro de la empresa familiar prima la equidad, que es una condición necesaria, pero no suficiente para ser justos con las capacidades de los hijos. Por lo tanto cuando se omiten dichas capacidades en aras de mantener la unidad familiar entre padres e hijos y mucho más entre hermanos, que formarán la segunda generación, se cae en la tentación de distribuir la propiedad en partes equitativas según el número de hijos, generándose conflictos por una distribución del 50% y 50% (En el caso de dos hijos), al producirse un estancamiento en el direccionamiento estratégico de la empresa porque ninguna de las partes está en ventaja para tomar una decisión.
Estas distribuciones realizadas solamente bajo el criterio de la equidad genera otro tipo de problemas con los propietarios pasivos, los cuales son la principal correlación de conflictos de poder entre hermanos. Estos propietarios pasivos generalmente son miembros de la familia que han entrado en conflicto con sus hermanos que, ya sea por razones culturales o familiares, no les han permitido el ingreso en el manejo del negocio o incluso también, han sido relegados por razones de impedimento físico.
Cuando la distribución de la propiedad se realiza por partes iguales, estos propietarios pasivos pueden verse en desventaja sobre la posibilidad de ser tomados en cuenta, con sus decisiones, en el manejo de la empresa; decisiones que afectarán las utilidades que les corresponden por ser propietarios de la misma. En este caso, lo más adecuado será asegurar la estabilidad económica de estos propietarios pasivos dejándoles un capital que represente el valor de su participación en el negocio.
El dilema está en cómo entregar la empresa familiar de una manera justa y equitativa, sin confundir los lazos de afecto con los lazos contractuales y cómo evitar que tal confusión lleve a la empresa a su fracaso.
A continuación presentamos una serie de preguntas que pueden orientar a los miembros familiares para reflexionar sobre la presencia de esta trampa dentro de su empresa:
• ¿La empresa cuenta con mecanismos de transmisión y reparto de la propiedad entre los miembros de la familia?
• ¿Las aptitudes de cada miembro familiar serán tenidas en cuenta en el momento de repartir la propiedad?
• ¿En las relaciones laborales familiares se presenta una tensión contractual?
• ¿Los conflictos familiares son un impedimento para el desarrollo de la estrategia empresarial?
• ¿Los conflictos familiares se presentan ante los empleados de la empresa?
Autores Gonzalo Gómez B. Ph.D. (IESE) – Profesor Titular del INALDE – Especialista en empresa familiar – María Piedad López V - Asistente de investigación – Área empresa familiar – INALDE
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