lunes, 21 de enero de 2013

Cómo saber si la estrategia de tu pyme está bien, y cómo armar una






por Inti Núñez
Todas las empresas tienen estrategias. Estas pueden estar declaradas, es decir, quienes manejan la empresa las conocen y las pueden exponer; o ser intuitivas o emergentes, es decir, se adivinan desde la toma de decisiones, rutinas y patrones de decisiones que expresan las empresas, sean sus directores o sus operarios quienes definan las acciones.
Básicamente, las estrategias son decisiones sobre cómo crecer –hacia dónde se dirige la empresa-, y diferenciarse –cómo hacer las cosas-. Por esto, definen formas de inversión de los recursos: tiempo, activos intangibles y dinero.
¿Cómo puede saber el pequeño empresario o el emprendedor, que no tiene tiempo para dedicarse a análisis tediosos y que agoten su escasa base de recursos, si va bien o no?
Una de las formas más fáciles es preguntarse cómo está gastando sus recursos y cuál es la tensión de gasto sobre los mismos. Algo hay en común entre el emprendedor que se gastó todo en un video promocional sin tener claro el por qué, o que se gastó millones en ir a una conferencia, o que contrató a un ejecutivo adelantándose al requerimiento; y el empresario que comienza renovar computadores, a organizar eventos, a redecorar continuamente la oficina con la sensación de que le va bien y le sobran recursos. Ambos tienen tiene fallas en sus estrategias.
Una buena estrategia genera tensión sobre los recursos, es decir, cada inversión es justificada y le gana a un portafolio de opciones. En este sentido, el emprendedor deberá esperar a que la inversión en diseño y promoción se justifique y deberá tener claro que existirán momentos en que cualquier peso puede hacer la diferencia. Y el empresario deberá saber que una empresa que no demanda con claridad recursos focalizados, es una empresa que comienza a dejarse llevar por la corriente y pierde competitividad.
¿Cómo generar estrategias fáciles, rápidas y eficientes?
Siempre es aconsejable dejarle tiempo a la estrategia, sin embargo, una forma fácil es definir al menos un patrón de crecimiento.
¿Dónde debo crecer en los próximos 2 años?
¿Qué necesito para lograrlo? (Nuevos locales, más maquinaria, mayor proactividad en la fuerza de venta, ampliar turnos de trabajo, etc.)
¿Cómo me diferencio? ¿Qué características voy a reforzar? ¿Con qué innovación? A partir de estas preguntas se debiera generar un listado de proyectos: compras de activos, mejoramiento –o aseguramiento- de procesos, trabajo sobre clientes, innovaciones; las cuales se deben priorizar e invertir, generando la tensión de cambio de una empresa sana.
Preocúpese si Ud. no se ha preguntado cómo está creciendo, ni cómo refuerza su diferenciación, o qué innovaciones ha hecho en el último tiempo. También, si nota algo de statu quo en sus decisiones.
Probablemente, esté perdiendo dinero en malas decisiones o margen (falta de competitividad). Como advertía Thomas Mailer: “Hay una ley de vida, cruel y exacta, que afirma que uno debe crecer o, en caso contrario, pagar más por seguir siendo el mismo”.
Autor Inti Núñez - Director ejecutivo - Centro de Innovación, Emprendimiento y Tecnología (CIET) – Universidad Adolfo Ibáñez
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