jueves, 17 de enero de 2013

El Valor del Protocolo en la Empresa de Familia






por Dr. Leonardo J. Glikin
Primera Fuente de Valor: Contar con un diagnóstico
Hay un primer momento, en que algún miembro de la familia con poder de decisión, o el conjunto de sus integrantes, deciden que “algo” tienen que hacer en función del futuro y la trascendencia de la empresa.
Por lo tanto, recurren a un especialista en la instrumentación de Protocolos empresarios y familiares, y encaran una primera etapa, denominada “diagnóstico”, en la cual el profesional toma contacto con la empresa, y con la o las familias propietarias, a fin de determinar cuáles son los temas más significativos a resolver, en qué orden conviene encarar el proceso, cuáles son las “cuentas pendientes” entre los integrantes que pueden afectar el desarrollo del trabajo y cuáles serían los modos de superar esas cuentas pendientes.
A su vez, al tomar contacto en forma individual y confidencial con cada integrante de la familia, el equipo de consultores puede empezar a elaborar un plan de trabajo para resolver las cuestiones que afectan el mejor desarrollo de la empresa a futuro, y los vínculos dentro de la familia.
Esta etapa de diagnóstico implica revisar aspectos que, probablemente, nunca se habían puesto de manifiesto. En la medida en que haya una adecuada contención profesional, y se mantenga el compromiso de confidencialidad, es probable que en la etapa de diagnóstico salgan a la luz cuestiones latentes que, en la práctica, son una amenaza para el futuro de la empresa y la unidad familiar.
De esta manera, el diagnóstico se convierte en una poderosa herramienta, con un valor superlativo para identificar cuáles son los riesgos potenciales, y, en consecuencia, elaborar un plan de trabajo para prevenirlos y superarlos.
Segunda Fuente de Valor: El Proceso de Elaboración del Protocolo
El proceso de elaboración del Protocolo se puede homologar a un viaje, que se puede planificar con la ayuda de un mapa, en el que se pueden hacer las reservas con anticipación… pero, el verdadero contenido del viaje, su sustancia, lo que lo hará inolvidable, la transformación que genera en nosotros, ocurre en su devenir.
La participación de los integrantes de la familia en un diálogo diferente (con la coordinación de un tercero), con temas estructurados pero, al mismo tiempo, con la libertad de tratarlos de la manera más adecuada para ese grupo empresario-familiar, constituye una experiencia de aprendizaje que no tiene vuelta atrás. La posibilidad de llegar a acuerdos, y sostenerlos en el tiempo, es extremadamente valiosa para los miembros de la empresa y de la familia, ya que fortalece la confianza recíproca.
Tercera Fuente de Valor: Tener el Protocolo
Cuando culmina el proceso de elaboración del Protocolo, las personas involucradas se reúnen para firmarlo.
Es un momento muy especial y trascendente, dado que es la coronación del esfuerzo de meses de reuniones, debates, reflexiones y crecimiento compartido.
La solemnidad de la firma se complementa, muchas veces, por la mayor confianza recíproca que adquirieron las partes en el proceso de elaboración.
A partir de entonces, esa empresa y esa familia tienen un instrumento que ha sido concebido y plasmado sobre la base de su propio compromiso y participación… ¡lo que no es poco!
El Protocolo es el resultante de los cambios y las flexibilizaciones que fueron ocurriendo a lo largo del tiempo de su confección. Tiene el valor, en definitiva, de la obra compartida, con un fin de trascendencia.
Cuarta Fuente de Valor: Aplicar el Protocolo
La aplicación del Protocolo no empieza, en general, cuando está firmado, sino mucho antes: cuando las partes decidieron confeccionarlo.
A diferencia de las leyes del Estado, que muchas veces son vividas como una imposición, como un corsé al cual hay que adaptarse, el gran éxito del Protocolo consiste en que es percibido como un fruto de la propia voluntad y decisión, y de la aplicación de los valores compartidos con personas próximas.
Por esa razón, muchas veces se aplica el Protocolo aun cuando no haya sido firmado.
Hay otros casos, en cambio, en que el Protocolo sirve para poner límites en situaciones complicadas, o con personas difíciles.
Lo cierto es que la aplicación del Protocolo evita que los conflictos escalen sin control y brinda pautas para que cada integrante de las familias propietarias, sepa qué pueda esperar en relación a la empresa, y pueda prepararse para ello.
Quinta Fuente de Valor: Contar con un Mentor
El hecho de haber transcurrido todo un proceso con acompañamiento profesional para la elaboración del Protocolo, genera entre los integrantes de la familia empresaria y los consultores del Protocolo un vínculo muy especial.
Porque los consultores dirigieron el proceso, intervinieron en las situaciones críticas, mediaron – en muchos casos – para acercar posiciones, arbitraron entre criterios contrapuestos.
Todo ello llevó a un nivel de confianza mutua, que hace que los consultores del Protocolo puedan cumplir, hacia el futuro, la función de Mentor del Protocolo.
¿Qué significa? El Protocolo no es, simplemente, un acuerdo firmado ante Escribano y guardado en una bella carpeta. Es un instrumento vivo, que tiene que ser aplicado en forma permanente.
Esto implica la posibilidad de que el conjunto de profesionales actuantes en el Protocolo, pueda colaborar con la familia y en la empresa, para que el instrumento se mantenga permanentemente vigente, y se lo actualice cada vez que resulte necesario.
Contar con un Mentor, que ayude a cuidar algo tan importante como son los acuerdos entre los integrantes de las familias empresarias, es también parte del valor del Protocolo.
Autor Dr. Leonardo J. Glikin
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