Mucho se ha escribo sobre liderazgo y a cada rato vemos publicaciones interminables del tipo: 10 lecciones para ser un líder o 10 clases para lidiar con tu jefe. Pero en la práctica todos los que alguna vez hemos fungido de jefes nos damos cuenta que a veces esos textos son sólo sentencias declarativas de buenas intenciones. Nos cuesta hacer llegar nuestras ideas a nuestros subordinados y –viceversa- no podemos lidiar con nuestros jefes, con el lamentable resultado del despido o la renuncia.
En el tiempo que he tenido funciones de mando he ido analizando un poco estas relaciones jefe– subordinado. Algunas lecciones las aprendí de la mala forma, otras de la buena, pero en conclusión creo que podría ayudarles en algo reconocer ciertas situaciones que se dan en esta relación y así prevenir futuros conflictos.
Espero también pueda ayudarles a mejorar su liderazgo. Asimismo, para aquellos que cumplen funciones de subordinado, espero los consejos ayuden a entender un poco mejor a nuestros jefes y hacer del trabajo en equipo algo positivo para la empresa.
Alguna vez fui jefe con 25 años de gente con promedio de 40 años de edad. La típica reacción de algunos subordinados fue menospreciar al nuevo jefe por su juventud, y resaltar la importancia de los años de experiencia. Esto juega definitivamente en contra si el jefe de 25 años se cree el tipo más inteligente del planeta, porque fue a una universidad y tiene sus estudios frescos. La lección en estos casos es “humildad”. Yo lo llamo “declaración de ignorancia”. Se trata, antes que nada, de hablar con la gente y decirles que reconoces claramente que ellos saben más de su operación que tú, y que quieres aprender con ellos para luego juntos mejorar lo que se pueda mejorar. Como experiencia, cuando fui jefe joven me compre ropa de trabajo y estuve de operario unos meses aprendiendo los procesos a la par de mis funciones. Enriquecedora experiencia y te ganas el respeto de tu gente. Siempre un subordinado valora a un jefe que sabe lo que cuesta y dura hacer el trabajo de este, además al tener el conocimiento del proceso, nadie podrá venir a inventarte datos.
Tuve compañeros de trabajo cuyas jefaturas les eran complicadas, sus subordinados no paraban de hablar mal de ellos, de ahí entendí un poco los procesos que se dan en esas relaciones. Entre los subordinados, siempre habrá un porcentaje de los que siempre serán negativos, estarán descontentos con el dinero que ganan, con las funciones que hacen, con la vida que llevan, etc., pero también hay otro porcentaje de personas muy colaboradoras, trabajadoras y responsables. El grupo de los negativos se caracteriza por siempre hablar mal de su jefe: que no hace ni sabe nada, que ellos lo hacen todo y que este se lleva el dinero gratis. Estoy seguro que más de uno de ustedes se ha expresado así respecto de sus jefes. Este tipo de subordinado -cuando es permanente su actitud- es muy destructivo, pues calienta las masas, genera desconfianza en el grupo, evita que se haga trabajo en equipo. Para los que tienen el papel de subordinados es importante que se reconozcan si están o no en este grupo, ya que tarde o temprano los jefes siempre se dan cuenta de quienes son los negativos y terminan perdiendo el trabajo.
Si juntamos al subordinado negativo con un jefe soberbio serán como agua y aceite. Ese típico jefe charlatán y soberbio, que cree que todo lo sabe, que se lleva el crédito, y que no tiene idea de cómo es el trabajo de su subordinado ni qué tan difícil es, lidiando con un subordinado negativo, el un mezcla altamente explosiva, lo cual puede llevar a conflictos laborales serios, denuncias por acoso laboral, hasta una huelga.
Tal vez he caricaturizado las personalidades, pero muchas de esas reacciones se producen sin que nos demos cuenta en mayor o menor grado, pero al final siempre afectan nuestro desempeño. Por ejemplo, a veces, por falta de seguridad, creemos que si le decimos al subordinado que no sabemos algo, perderemos respeto y caemos en la típica respuesta “yo lo sé”, notándose que no lo sabemos, y generando consecuentemente el rechazo. Así, hay muchas inseguridades y defectos que los jefes suelen tapar con la típica frase “se hace lo que digo porque soy el jefe”, en vez de dar su declaración de ignorancia. Desde el otro lado, a los subordinados estas situaciones los incentiva a buscar ganar la simpatía de los colegas hablando mal del jefe, o hacerlo quedar mal y celebrar cuando este se equivoca.
En toda organización es función de recursos humanos estar identificando estas mezclas explosivas y nocivas para la organización. Como jefes nuestro deber es buscar ser mejores líderes, lo que implica reconocer nuestras falencias y saber quién de tus subordinados son los destructivos. Por otro lado, como subordinados siempre tendremos las mejores opciones de ascender y desarrollarnos en una empresa si no somos los negativos.
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