miércoles, 18 de enero de 2012

Empresa Familiar: Cómo Superar El “Síndrome de la Princesa Triste”

La princesa está triste… ¿Qué tendrá la princesa? Dice que el Rey no la incluye en la toma de decisiones, no le da verdadera responsabilidad y no la forma para gobernar el reino en el futuro. Dice que el príncipe consorte se enfada con ella sin razón. Dice que sus obligaciones familiares limitan su libertad dejándola sin tiempo para seguir formándose, buscar maneras de desarrollar sus habilidades o oportunidades donde poder ejercer sus dotes de liderazgo. Dice que recaen sobre ella todos los problemas.

Pobre princesa. ¡Que mundo tan injusto! Todo sería diferente si su padre hiciera lo que ella quiere, si su marido hiciera lo que ella quiere, si el resto del mundo hiciera lo que ella quiere. A poder ser, sin tener ni siquiera que pedirlo. ¡Si no hubiera dificultades y las cosas fueran justo de la manera que ella quiere! Entonces sí. Entonces el mundo conocería la Princesa brillante que realmente es. La Heroína que va ha llevar al Reino a niveles de riqueza y bienestar que ni siquiera su padre pudo soñar… Pero como los demás no le dejan. ¿Qué puede hacer la princesa?

Esconder su frustración y falta de seguridad en si misma detrás de la mascara de la arrogancia. Disfrazar su falta de valor de víctima de las circunstancias y de los demás. Utilizar el cinismo y el sarcasmo. Buscar aprobación. No decir que no, o decir que no a todo.

Cualquier cosa menos mirarse al espejo y enfrentarse a la verdadera responsable de todas sus desgracias y a la única que puede salvarle de ellas. Sí, Princesa, tú misma. Eres tú peor enemigo, pudiendo ser tú mejor aliada. Nadie va a luchar tus batallas por ti. Nadie te va a solucionar los problemas. “El que algo quiere, algo le cuesta”, dice el refrán.

Tú quieres triunfar, pero ¿Sabes qué es triunfar? ¿Alcanzar la meta o superar las dificultades en el camino? ¿Puede haber triunfo sin dificultad? No, por propia definición, el triunfo implica dificultad, si no , no sería triunfo. Sería como el pan que cae del cielo, ¡un milagro!

Pretender triunfar sin dificultades o esperando que otros las eliminen por ti, no solo es irrealista, pero irresponsable. El triunfador no nace, se hace. Se hace a base de ocuparse en vez de preocuparse y disculparse. Se hace a base de hacer, de equivocarse, aprender y mejorar. Una y otra vez.

Se hace a base de valor para tomar decisiones difíciles, decisión para llevarlas a cabo, flexibilidad para adaptarse a nuevas circunstancias, humildad para aprender de los errores y aprender de los demás.

Y así tiene que ser, el triunfo no es un fin, es un proceso. No tiene sentido triunfar sin ‘pagar el precio’. Primero, no lo sentirías como triunfo. Segundo, sin la preparación, experiencia y seguridad en uno mismo que proporciona el proceso de triunfar tu tiempo en la cima esta limitado a la llegada de la primera tormenta.

¿Qué puede hacer la Princesa para triunfar? Tomar responsabilidad de su situación, cualquiera que sea. Ella tiene el poder de cambiarla cambiando ella, no esperando que cambien los demás.

Princesa, ¿Qué es lo que quieres?, ¿Qué tienes que hacer para conseguirlo?, ¿Qué necesitas?, ¿Cuáles son tus fortalezas?, ¿Dónde tienes que mejorar?, ¿Quién te puede ayudar?. Princesa, se valiente, cree en ti y a pesar del miedo da un paso, y después otro, y otro, y otro… Tú puedes. Yo creo en ti. ¡Adelante!.

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