Los centros comerciales surgieron por un principio de economías de escala, es decir, que mediante la concentración de establecimientos variados, que ofrecen distintas soluciones al cliente, se conseguiría llamar mucho más la atención de este, al necesitar cubrir ‘necesidades globales’.
De tal manera que es más probable que un consumidor acuda a un centro que ofrezca un mayor número de servicios a la hora de disponerse a realizar sus compras, máxime cuando busca satisfacer una necesidad sobre la que no ha cerrado su decisión de compra.
Esta esencia ha vuelto a despertar, y ante un escenario de caída de las ventas en el comercio minorista, ha surgido una nueva tendencia entre los establecimientos de distribución comercial en este sentido. Un ejemplo de ello es el proyecto de apertura de una clínica dental dentro de El Corte Inglés, concretamente en su centro del Paseo de la Castellana de Madrid, con el que pretende ampliar su oferta de servicios aprovechando las sinergias de su estructura comercial.
Las nuevas circunstancias nos obligan a ser mucho más eficientes si queremos seguir a flote, lo que significa también conseguir un mayor aprovechamiento de los recursos disponibles, y debe hacernos meditar sobre si nuestra infraestructura puede dar cabida nuevas ideas de negocio.
Piense en el ejemplo de un autónomo que regenta un comercio de productos de papelería en un local amplio, ¿porqué no reinventarnos y complementar nuestro negocio con productos gourmet, decoración o perfumería? Nuestros costes fijos no crecerán nunca en la misma proporción y aprovecharemos las economías de escala, que no son exclusivas para las grandes firmas de distribución comercial.
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