martes, 12 de marzo de 2013

El uso del poder en el empresario Pyme





por Lic. Alfredo Caramuti
El poder según se lo utilice para una u otra finalidad puede ser positivo o negativo. Veamos algunos usos que suelen darle en las Pymes.
El empresario pyme suele compensar sus carencias de conocimientos académicos o teóricos sobre administración, con un uso discrecional del poder. Para ello hace uso de su conocimiento experiencial o intuitivo de las necesidades y debilidades humanas.
Dicho de otra forma, no es psicólogo pero tiene habilidad adquirida o innata para manejar la psicología humana. Esta habilidad le permite manejar la realidad que lo rodea y a los que lo rodean. Son tácticas para mantener, obtener y expandir su poder sobre los que lo rodean.
Tales tácticas pueden algunas de las siguientes o todas ellas, utilizadas en diferentes momentos y circunstancias:
Actúa como poderoso y hace trascender esa dimensión de poder a su alrededor con gestos extremadamente claros (perdona, castiga, elimina, decide sobre cuestiones importantes, etc.)
Brinda absolutas garantías de protección a quienes acaten su influencia en forma incondicional y por lo contrario penaliza con rigor a quienes intentan renegar de ella.
Exagera muchas veces, la situación externa de ataque de los competidores para lograr mayor cohesión dentro del propio grupo de trabajo.
No perdona críticas o daños a su persona absolutamente.
Exige lealtad absoluta a sus ideas por parte de las personas individualmente y del grupo en su conjunto.
Se autodefine como portador de la única y absoluta verdad.
Elimina en forma despiadada a cualquier opositor interno o externo.
Ahora bien, algunas de estas actitudes, utilizadas positivamente, pueden ser útiles para el logro de los objetivos de la empresa y sus integrantes. Pero lamentablemente son muchas las veces en que el empresario pyme cae en los extremos, olvidando la imparcialidad y la objetividad.
Sabemos positivamente que esto es un riesgo que se puede pagar muy caro. Por tal motivo es importante que pueda tener alguien que en diálogo franco, sincero pero cauto y prudente pueda ayudarle a ver allí donde está desviando su objetividad.
En general la pyme argentina se caracteriza por reflejar y reiterar el comportamiento propio de la estructura familiar, donde la rigidez de los roles es típica y la concentración del poder es muy marcada en una figura. Por tal motivo, afectar o querer afectar el poder del “padre” constituye una falta imperdonable.
El poder sume la mayoría de las veces en el empresario pyme las siguientes características:
Excesiva rigidez: que supone un poder incuestionable e idoneidad ante cualquier tema o circunstancia (omnipotencia y omnisapiencia). Estas dos características llevan a que nadie pueda desarrollar habilidades de liderazgo en la pyme, se reduce la eficacia (el logro de los objetivos), se acumulan fallas y errores, se elimina la posibilidad de aprender y mejorar roles y funciones.
Marcado estilo autocrático: muy ligado a lo anterior, que impide todo tipo de participación, pues las decisiones emanan de una sola fuente, proyectando un modelo comunicacional centrípeto o radial, o sea todo se inicia y termina en él. El beneficio es que las decisiones son más rápidas, pero genera desmotivación, falta de innovación y creatividad ante situaciones problemáticas o nuevas.
Exacerbación del valor de la experiencia: que constituye el valor central y el único que sustenta este tipo de líderes. Las teorías son consideradas engañosas y perturbadoras pues cuestionan la experiencia bajo ciertas condiciones. Se tienden a repetir procesos que resultaron exitosos, negando o desconociendo las variables del cambio del mercado. Se tiende a simplificar la realidad, se logran resultados efectistas a corto plazo, que satisfacen el ego del líder pero no del grupo. Ante situaciones nuevas y complejas, las fórmulas empíricas se agotan y se intenta llenar el vacío con improvisaciones y recursos “mágicos”, que la experiencia no ha validado.
No cuestionamiento del poder: como hay dijimos el líder ataca o agrede a quien lo desafía, y esto genera una pérdida del valor real y una falta de conducción del grupo, se recrudece el cuestionamiento del poder, hasta extremos de desvalorización permanentes, burlas y quejas por parte de las personas.
Autor Lic. Alfredo Caramuti
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