por Pablo Medraño González
Aunque a priori puede parecer que la posición competitiva de una pyme ante una gran empresa es en todo caso de desventaja, el propósito de esta entrada es hacer ver que, en tiempos de gran incertidumbre y cambio acelerado, esto no es cierto.
Si bien sabemos que el tamaño reducido implica, en general, menores recursos financieros, menos presupuesto para investigación y desarrollo, así como la imposibilidad de explotar economías de escala y aprendizaje en la misma medida que una gran empresa, la pequeña empresa cuenta con cuatro características que le permiten competir con éxito en el entorno actual:
Compromiso: en la mayoría de los casos, la gerencia de la pyme recae sobre el propietario. Por lo tanto, la vinculación de éste con el devenir de la empresa, es mucho mayor que el del equipo directivo de una gran empresa, cuyos objetivos no tienen por qué coincidir, en muchos casos, con los objetivos de los accionistas (como reza la teoría de la agencia).
Flexibilidad: la pequeña estructura que caracteriza a las pymes, les permite adaptarse de manera rápida a cambios en el entorno, de manera que están en buena posición para aprovechar antes que las grandes empresas, oportunidades que puedan surgir en el mercado. En concreto, se pueden adaptar más fácilmente a cambios en la demanda, ya que pueden modificar a un menor coste y en menos tiempo, sus sistemas productivos, organizativos y comerciales. Y esto, en un mundo donde las empresas innovadoras suelen competir en base al tiempo, es de una utilidad excepcional.
Equipo: generalmente, los recursos humanos de la pyme, se identifican en mayor medida con los objetivos de la empresa, principalmente porque su seguridad y sus metas personales dependen en gran medida de la supervivencia de la empresa. Por el contrario, pese a que las grandes empresas cuentan con los recursos para conseguir personas capacitadas y formadas, tienen muchas más dificultades para lograr el compromiso de los empleados. Además, normalmente en las pymes, los trabajadores se implican en el cambio constante que debe asumir la empresa para aprovechar oportunidades del mercado, por lo que obtienen una gran flexibilidad adaptativa como profesionales sin que ello signifique necesariamente mermar la eficiencia.
Cercanía al cliente: al contar con una estructura organizativa más simple, y con menos niveles jerárquicos; la empresa, a todos los niveles, tiene una relación mucho más directa con el cliente final, lo cual le permite conocerlo estrechamente y adaptar su oferta a las necesidades del mismo. Es esta orientación al mercado, lo que permite diferenciarse a muchas pymes de la competencia.
Vivimos en tiempos líquidos, tal y como dice Zygmunt Bauman. El cambio es la única constante y en un entorno de incertidumbre, las grandes empresas tienen dificultades para moverse. Por ello, aquellas empresas flexibles y eficientes, que consigan adaptarse rápidamente a los cambios, serán las que consigan aprovechar las oportunidades que surgen en el mercado. Como dijo Darwin:
“Las especies que sobreviven no son las más fuertes, ni las más rápidas, ni las más inteligentes; sino aquellas que se adaptan mejor al cambio.”
Autor Pablo Medraño González – Blog de innovación y creatividad, Ideándose
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