miércoles, 4 de enero de 2012

La vuelta al negocio familiar

Hasta hace tan solo unos años era muy frecuente que negocios de muchos años, con multitud de generaciones de batallas y guerras, morían porque los hijos de la última generación decidían abandonar el negocio familiar, incluso animados por sus padres, que convencidos de que sus hijos tendrían un futuro mejor, con la esperanza de alcanzar unos ingresos más estables tras el estudio de una carrera universitaria, decidían echar el cerrojo a su negocio de toda la vida.

Con la crisis y el deterioro de las oportunidades en un mercado laboral cada vez más esquilmado, muchos de estos hijos bien formados, preparados para ‘otra cosa’, han decidido volver al negocio de sus padres, al ejercer un legítimo derecho que por lo menos les otorga la posibilidad de desarrollarse profesionalmente.
Una involución que no tiene por qué significar necesariamente un paso atrás, dado que las miras y los conocimientos adquiridos por estos jóvenes en su etapa formativa pueden emplearse para alcanzar nuevas metas, e incluso proporcionar al negocio aires renovados que le pueden venir muy bien. E incluso, en caso de ser ‘agraciados’ con esta situación, contaremos con un conjunto de activos que podemos aprovechar para emprender cuando otros tantos quieren y no tienen medios para hacerlo.

En conclusión, si tenemos la posibilidad de continuar un negocio familiar, hagámoslo, primero porque ya tenemos la infraestructura montada, y al mismo tiempo se puede prestar a modificaciones que vayamos introduciendo para lograr revitalizarlo para poco a poco moldearlo hasta llegar a lo que queremos conseguir, un razonamiento razonablemente parecido a la situación en la que cualquier emprendedor se encuentra, y en la que en función de su acierto y desempeño, obtendrá un desenlace más o menos afortunado.

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