por Antonio Peñalver
En un juego de simulación de rol se había improvisado una conversación real entre un Colaborador con talento que recientemente habían estado tomando grandes pausas para almorzar y este Directivo.
La primera vez, este Directivo habló sin parar. El Colaborador con talento no se desmoralizó y tras una reprimenda implacable, comentó “no he tenido la oportunidad de explicarme”. La Coach sugirió al directivo que modificase su conducta y en vez de hablar, preguntase. Qué estuviese tranquilo y a su vez, fuese curioso.
En la nueva escena, el Directivo volvió a monopolizar la conversación.La Coach le recomendó que imaginase que tenía un mando a distancia de la televisión y que cada vez que se viese tentado a corregir, reprender, explicar… golpease el botón de pausa y escuchase lo que su Colaborador le quería decir. Solicitó que no hiciese suposiciones sobre su culpabilidad o inocencia; que permaneciera curioso y simplemente escuchase. Que olvidase su rol de actor y le preguntase: “¿por qué llega tarde?”
En esta nueva escena y tras preguntar al Colaborador por qué estaba tomando esas largas pausas en el almuerzo, se produjo un largo silencio. El Directivo resistió la tentación de llenar el espacio vacío, permaneciendo atento y silencioso cuando el Colaborador vacilante explicó que su esposa estaba en el hospital y que había ido de visita durante su período de almuerzo. A partir de este momento, el Directivo cambio de actitud y se volvió más comprometido y solidario, poniendo fin a la escena diciendo simplemente que estaba disponible para hablar con su colaborador en cualquier momento y que, si era preciso, pondría apoyo adicional para cubrirle durante este período difícil.
Después de que el actor que hacía de colaborador se fuese, el Directivo reflexionó: “Puedo hacer suposiciones sobre los motivos de los demás. Tengo que romper este hábito de interrumpir.” Y la Coach le recomendó sobre las diferentes maneras de preparase para escuchar a los colaboradores, trabajando de adentro hacia afuera, poniéndose en lugar de los otros y utilizando el virtual mando a distancia.
Dos semanas más tarde, el Directivo fue a la oficina de la Coach y compartió una historia de éxito: una reunión durante la cual había escuchado sin interrupción sobre un supuesto desmentido que ahorró tiempo y recursos.
El Directivo quería desarrollar nuevas facetas de su papel como líder y, trabajando desde afuera hacia adentro, se produjeron cambios en su rendimiento.
Los líderes pasan su vida laboral siendo el centro del escenario y el centro de atención; y es fantástico ver como Directivo puede mejorar a través de ensayos sobre situaciones reales. Solo necesitaba que se apuntalase algunas cosas.
Autor Antonio Peñalver
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