El modelo industrial colombiano es obsoleto. Lo reconocen los expertos, lo sabe el gobierno y lo tienen entronizado los propios empresarios. ¿Qué producir, a quién producir, cuánto producir y a cómo producir?, es un axioma tan antiguo como la noción de economía, pero ahora cada pregunta tiene ingredientes más sofisticados y complejidades que van desde el uso de las tecnologías hasta las tendencias de consumo y desde la política de Responsabilidad Social hasta las diferencias culturales.
¿Cuál es el valor agregado de su bien o servicio? ¿Cómo satisfago mejor las necesidades de mis clientes –actuales y potenciales? ¿Estoy utilizando las herramientas y aplicaciones tecnológicas para mejorar mi servicio? Son preguntas que pocas veces van a las mesas de juntas porque existen otras prioridades: la maximización de utilidades del financiero, el cumplimiento de metas – a cualquier costo- del comercial, el cumplimiento de horarios del de recursos humanos y el cumplimiento de los despachos por parte del operativo.
Todo es válido y necesario. Pero el pobre ingeniero de la parte de tecnología, tiene que suplicar para modernizar las redes, mejorar el acceso a internet y comprar CRM que resuelva la informalidad y facilite la estrategia de marketing y la construcción de la reputación y la imagen de la empresa.
“Una idea errónea que las Mipyme suelen tener es que el invertir en tecnología es muy costoso y muy difícil de implementar, por lo que continúan operando de manera “tradicional”, afirma la analista Gaby Acosta, quien advierte que infortunadamente muchos gerentes continúan aplicando los viejos métodos de la cadena de producción.
“Lo que no se dan cuentan es que en vez de estar ahorrándose dinero realmente lo están perdiendo”, advierte y señala que la tecnología es un bien común que ya no está reservada para las multinacionales y las grandes factorías.
En cada uno de los procesos la tecnología está presente. Es inherente al almacenamiento, a las compras de materia prima, al transporte, a la transformación, a la distribución y a la comercialización. Pero además es vital en el marketing.
“En muchas ocasiones las directivas no solo piensan que este es un gasto innecesario sino que en algunos casos no sabe exactamente qué es o qué utilidad puede tener para su empresa”, subraya Acosta.
Invertir en tecnología y marketing en una Mipyme, precisa, ya no es cuestión de decidir hacerlo o no; es una necesidad, es un factor indispensable para lograr una ventaja competitiva y es una decisión muy importante que debe ser tomada por cada una de las partes que integran la empresa.
Cuando no se invierte en estos dos factores en una Mipyme, estas suelen tener las siguientes señales, manifiesta Acosta, que se deben atender, visualizar y dejar de ignorar:
-Procesos administrativos lentos, complejos y poco eficientes.
-Lenta capacidad de respuesta a clientes.
-Fugas de dinero.
-Desorden en la información.
-Toma de decisiones importantes al azar.
-Baja productividad.
-Poca o nula diferenciación en el mercado.
-Falta de posicionamiento en el mercado.
-Gastos en publicidad poco efectivos.
-Falta de estrategias de ventas y promoción.
Desconocimiento del mercado meta y de la competencia.
¿Su empresa está dando alguna de estas señales? No lo pase por alto. Póngale atención porque, como decía el experto en liderazgo y ejecución, Ram Charan, a su organización le puede llegar la muerte súbita.
En Colombia se habla mucho de tecnología y de innovación. Pero lo cierto es que existe un gran rezago entre las Mipyme y la gran empresa, aunque las primeras son mayoría y están presentes en todo el país y en todos los sectores y actividades.
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