viernes, 28 de septiembre de 2012

La profesionalización en la Empresa Familiar






por Domingo Cruzat A,

Lo primero que uno debe responder, es por qué es bueno esto de la profesionalización. Por lo pronto no me gusta el termino “profesionalización” ya que tangencialmente descalifica la administración familiar como si no fuera profesional. No sólo suele serlo, sino que además casi siempre es muy exitosa, ya que por algo han formado lo que tienen. Por lo tanto, más que profesionalización, yo creo que de lo que se trata es traer ala Empresa Familiar visiones nuevas y enfoques distintos, de forma que se apoye en la toma de decisiones, en el crecimiento, en las prácticas de administración, en aspectos financieros y a veces técnicos. Es por lo tanto, un ejercicio de atraer apoyo, ayuda y nuevas visiones.
Se puede invitar a directores o a ejecutivos y especialmente a un gerente general externo. Creo que se debe partir por invitar a directores externos, ya que estos obligan a la empresa a ordenarse y a seguir ciertos patrones de administración. Los directores externos son la excusa perfecta para quien toma la decisión de invitarlos, para imponer a la administración y al resto de los directores familiares estas normas, pautas y la rigurosidad que suele falta.
Una vez instalado y en operación este nuevo directorio, hay que abordar el tema de la sucesión en la administración. Si se da el caso en que el gerente general y algunos otros ejecutivos son de la familia, se debe partir evaluándolos. Hecho esto, se construye un plan de reemplazo en los casos en que las personas no califiquen para el cargo y un plan de sucesión si estos califican, pero no hay quién los reemplace en caso de requerirse.
Es importante pensar bien si se quiere tener familiares en la administración ya que aun cuando estos sean buenos, la repartición no equitativa de los frutos de la empresa genera posibles roces y fuentes de conflicto. En efecto, los que no trabajan en ella, asumen que los que lo hacen profitan más que ellos, lo cual suele molestarles o al menos preocuparles. El ideal es tener a las familias en el directorio y tener una buena política de dividendos.
Respectos de los dividendos, la norma debería ser la de una sociedad anónima, es decir un 30% a fin de generar recursos para invertir y crecer. Sólo en años excepcionales buenos, se debería repartir más de un 30% y ojalá con tope de 50%. No debemos olvidar que la empresa debe reinvertir para mantener su competividad y crecer.Hay decisiones familiares que se deben tomar fuera del directorio. Son las metas y objetivos globales, las pautas generales, ciertas políticas y en general aquello que afecte a la empresa, pero que no sea de su operación. De esa forma, los problemas o diferencias entre los accionistas no se ven en el directorio. El objetivo de este es administrar mejor la empresa.
Hay que mantener a los accionistas muy informados para lo cual se deben hacer presentaciones cortas cada 3 meses en que asistan los que quieran. También debe haber una junta de accionistas formal en que se cumplan todas las normas de reporte de una sociedad anónima, aunque esta no lo sea.
En línea con lo anterior, en el directorio debe haber al menos uno y mejor dos miembros de la familia que estén más alejados del negocio. Hermanos menores, ramas familiares minoritarias, hermanas mujeres y en fin aquellos que se sientan lejos. Esto da una muestra de transparencia y estos directores son también portavoces de lo honesta que es la gestión.
Hay que tener a los accionistas contentos. Lo primero es ser transparentes con la administración, lo segundo es ser claros con las rentas y beneficios del personal y por último, repartir dividendos. Si los familiares que no trabajan en la empresa, no reciben frutos económicos, venderán a la primera oportunidad.
Los accionistas y los directores externos, no deben olvidarse que la empresa tiene dueños. Y son ellos los que mandan y tienen la última palabra. En línea con esto hay un trato que se debe respetar y que consiste en que a los externos se les debe dar la oportunidad de opinar y participar, se les debe oír con interés y sin embargo, los dueños que asumo tendrán mayoría, puedan imponer la misma. Mal que mal es a aquellos a quienes les aprieta el bolsillo.
Autor Domingo Cruzat A. Ingeniero Civil Industrial, Universidad de Chile y MBA Wharton Bussiness School, Profesor del ESE – Escuela de Negocios
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