domingo, 16 de septiembre de 2012

Las decisiones caducan






por lluvia

Tomamos decisiones de forma natural, poseemos un mecanismo biológico que hace que al decidir levantarnos sepamos qué hacer, elegimos tal o cual rutina, la ropa con la que nos vestiremos y la forma en cómo nos alimentaremos. Pero este mecanismo pierde toda su fuerza cuando ya no nos ocupamos de cuestiones biológicas y coyunturales y nos enfrentamos a decisiones sociales y personales que nos afectan de forma directa.
Caminamos por la vida y en ella encontramos múltiples y divergentes posibilidades; elegimos según nuestros intereses y procuramos encaminar nuestra mente hacia la mejor decisión. Empero, muchas veces encontramos calle ciegas que nos sumen en una encrucijada.
Lo más difícil de tomar una decisión es superar el miedo a errar, nos dejamos dominar por los “Y si…”: ¿Y si sale mal? ¿Y si esto no es lo indicado? ¿Y si no funciona?Las decisiones que tomamos, las tomamos porque creemos que son lo mejor para el momento que vivimos, sin embargo, las decisiones tienen unas etapas, un ciclo de vida que hay que seguir, puesto que debemos ser conscientes que con el paso de los días cambiamos, y lo que queríamos hace unos meses puede no ser lo mismo que queremos ahora. Una decisión tiene un ciclo de vida que posee varias etapas:
1. La etapa del Riesgo:
En esta etapa no sabes qué hacer, en tu cabeza hay un mar de dudas y no sabes que va a ocurrir. Te la pasas pensando en los pros y los contras de las diferentes opciones que tienes a tu alcance y apuestas por un futuro que aún desconoces.
2. La etapa del paracaídas:
Tienes que tomar una decisión y debes hacerlo ya. Ya has recolectado datos y sabes qué es lo que vas a hacer. En esta etapa te arriesgas y saltas al vacío con tu paracaídas, es decir, con la decisión que tomaste esperando que ésta pueda llevarte con bienestar a tierra.
3. La etapa del re- acomodamiento:
Te empiezas a adaptar a las consecuencias que trajo la decisión que tomaste y direccionas tu vida en torno a ello. Aquí haces un balance de lo bueno y de lo malo que ha traído tu decisión.
4. La etapa de la comodidad:
Si la decisión que tomaste fue adecuada lo más natural es que mantengas tu decisión y estés satisfech@ con ello. De lo contrario, intentaras cambiar algunas cosas y verás la forma de aprender del asunto.
5. La etapa del abandono:
La vida no se queda quieta y todo cambia. Cambian las circunstancias y los factores que hicieron que tomaras una decisión; es tiempo de que te lances a la aventura de tomar nuevas iniciativas y nuevos desafíos.
Con el paso del tiempo, debemos ir ajustando las decisiones que tomamos a las fluctuaciones de nuestro camino. No podemos empeñarnos en seguir transitando por un viejo y deteriorado puente cuando el rio ha cambiado. Lo inteligente es no quedarse obsolet@ y asumir los riesgos que la vida nos va exigiendo.
Tus decisiones caducan, lo que te convenía hace un tiempo, puede que no te convenga hoy: trabajar en aquella empresa ya no es tan agradable, vivir en otro lugar ya no te resulta tan interesante, los planes que tenías antes ya no los crees adecuados… Tú ya no eres la persona de ayer, ahora eres mejor, tienes más experiencias y más aprendizajes. La asertividad de las decisiones que tomes dependerá de tu balanza interna, asegúrate de renovarte y direccionar tus pensamientos hacia una resolución sabia y consecuente con las pruebas que te encuentres en tu devenir.
Autora Lluvia
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