jueves, 27 de septiembre de 2012

Planificacion y ejecucion: El trecho del dicho al hecho






Por Marcelo Krynski

El Dr. Wayne Dyer señala:
Usted no puede beberse la palabra “agua”. La fórmula H2O no puede mantener un barco a flote. La palabra “lluvia” no puede mojarle. Usted debe experimentar el agua o la lluvia para saber lo que esas palabras significan verdaderamente. Las palabras por sí solas le alejan de la experiencia.
Vivimos un tiempo en que algunas palabras se ponen de moda en el mundo empresarial y más de una vez nos quedamos conformes con tan solo decirlas, sin realizar las acciones concretas que nos permitan hacer cambios en la gestión diaria.
¿Estamos dispuestos a hacer algo más que hablar con las palabras de moda o con aquellas que declamamos por años sin generar prácticas consistentes con dicho discurso?
Si bien, muchas veces, hablar es hacer (cuando pedimos lo que necesitamos a alguien dentro de un equipo, por ejemplo) en otras tantas ocasiones el hablar es escuchado como el antónimo de accionar. Cuando escuchamos en las empresas la expresión “habría que trabajar más en equipo”, comprobamos, a menudo, lo dicho por Dyer en el inicio de este artículo: las palabras no siempre reemplazan a la experiencia que estas evocan. Referir a algo no implica, necesariamente, hacerlo ocurrir: decir que “habría que trabajar más en equipo” no genera indefectiblemente que los integrantes de los mismos se pidan lo que se tienen que pedir, acuerden lo que no han acordado hasta ahora y/o cumplan con lo que prometieron, entre otras acciones concretas.
En esta misma línea, la frase “trabajaremos en el aumento de la productividad” no incrementa automáticamente la relación entre la cantidad de bienes y servicios producidos y la cantidad de recursos utilizados, sino que tan solo enuncia un deseo.
Cuando vamos llegando al final de cada año, probablemente identificamos una distancia entre los objetivos que nos habíamos propuesto (con palabras) y lo que estamos haciendo durante el período (en la experiencia laboral concreta).
Desde ya que necesitaremos las palabras para generar nuevos acuerdos, repensar situaciones que no evolucionaron de acuerdo a lo que planificamos, o hacernos cargo de contingencias que no evaluamos cuando definimos los objetivos del año.
Lo que nos importa enfatizar es la importancia de “poner en acción” dichas palabras, a fin de achicar las brechas entre lo que nos hemos propuesto y lo que hoy estamos realizando.
Que el trecho del dicho al hecho contenga explicaciones, excusas y justificaciones, por un lado, o acciones, compromisos y redes de ayuda, por el otro, no depende de las palabras en sí mismas sino de la comprensión del impacto que tiene en nuestra gestión diaria la coherencia entre el decir y el hacer.
Algunas acciones pueden concretarse y agregar valor a través del lenguaje si son utilizadas en el contexto, tiempo y espacio adecuados. Algunos ejemplos:
-pedir ayuda;
-delegar;
-proponer mejoras;
-decir “Sí”;
-decir “No”;
-hacer contraofertas;
-declinar compromisos que de antemano sabemos que no podremos cumplir;
-reconocer;
-declarar una nueva visión para el próximo año;
-conversar de aquello pendiente que está trabando la gestión diaria.
Todas estas acciones son verbos. Los verbos nos ponen en acción o nos comprometen con ella y sus consecuencias.
Nuestra propuesta es que, al momento de definir los objetivos laborales y organizacionales para el futuro imediato, determine también un plan de acción que le permita asegurarse que dichos objetivos no quedarán en el plano de las palabras, sino que se traducirán en compromisos concretos, alcanzables y medibles: definir quién hará cada cosa (responsable), cuándo lo hará (plazos), qué recursos necesitará, etcétera.
¿Qué objetivos va a motorizar en acciones para generar un porvenir más productivo y con mayor bienestar para usted y para los que lo rodean?
Autor Marcelo Krynski- http://www.crearcontextos.com/articulos/el-trecho-del-dicho-al-hecho.html
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