La tentación de vivir en el corto plazo puede convertirse en una gran frustración en el largo plazo. Un experto en Gestión de Recursos Humanos sostiene que la planificación es un elemento esencial para los jóvenes, quienes generalmente creen que sólo con el estudio basta para tener aptitud laboral. “Hay que desarrollar habilidades”, plantea.
La inserción de estudiantes universitarios y de jóvenes recién graduados en el mercado laboral es el resultado del entrecruzamiento de múltiples variables personales y condiciones del contexto. Elementos culturales, sociales, económicos y patrones de pensamientos, entre otros aspectos, terminan determinando las posibilidades de empleabilidad exitosa de este grupo etáreo. “Sin lugar a dudas, la posibilidad de acceder a la educación universitaria, posiciona al joven en un lugar de ventaja competitiva en el proceso de la selección laboral dentro de la compleja e ineludible realidad de América Latina, en donde el desempleo juvenil duplica en porcentaje, en relación con otros segmentos de edades”, plantea José María Blunda, experto en Gestión de Recursos Humanos.
Pero esta capacitación formal no representa la única condición o requisito para conseguir o cuidar un empleo, sino que interactúa con muchas otras cualidades.
En una charla con LA GACETA, Blunda expresó que uno de los conceptos a tomar en cuenta en esa interactuación es lo que él denomina la cultura de lo instantáneo versus la ley de la cosecha. “Es necesario que tanto los jóvenes como los adultos entendamos que la tentación de vivir dentro del ámbito de lo inmediato, donde todo debe ser rápido e instantáneo para que sea atractivo y estimulante -hasta inclusive obtener un empleo- es una expectativa que puede ser fuente de gran frustración”, alerta el especialista. Y basa esta afirmación en una situación muy común en el pensamiento colectivo: muchos no están acostumbradas a esperar ni a proyectar el futuro a mediano plazo.
Blunda entiende que algunos logros pueden ser inmediatos (la comunicación digital por ejemplo). “Pero la mayoría de los propósitos importantes en la vida requieren de un esfuerzo sostenido en un tiempo considerable donde el proceso empieza a generar las condiciones para la aparición del resultado, sea construir una relación, encontrar un empleo relacionado con mi carrera o hacer carrera en una organización”, dice. Sin embargo, el especialista aclara que este modelo de corto plazo, muy común entre los jóvenes que dejan para mañana lo que pueden potenciar hoy, en muchos casos, es favorecido por los propios adultos. “Les enviamos a los jóvenes estas señales de permanente búsqueda de resultados inmediatos, sin considerar el largo y el mediano plazo”, acota Blunda, con toda la carga emocional y de responsabilidad que esto implica.
Conocimiento y destrezas
Es muy frecuente observar entre los jóvenes confundir el conocimiento intelectual con la habilidad. En otras palabras, la acumulación de información respecto de tal o cual actividad, pero la falta de experiencia para poner en práctica toda esa teoría.
“Que una persona conozca o esté informada acerca de los requisitos de una planificación, de un proceso de resolución de problemas, de las claves para la atención al cliente difícil o del liderazgo de un proyecto, por mencionar competencias en el mundo productivo actual, no significa que haya desarrollado las habilidades para hacerlos efectivamente”, afirma Blunda.
El estudio o conocimiento no garantiza la aptitud, postula cualquier consultor o especialista vinculado con el mundo de los Recursos Humanos. Blunda cree que es necesaria una sincera autocrítica tanto por parte de los jóvenes profesionales como de los empresarios que, en definitiva, serán los que le brindarán la ocupación.
“Los primeros tienen que entender acerca de la necesidad de este necesario proceso de práctica y aprendizaje para la incorporación de competencias y los empresarios que deben crear las condiciones para que este ejercicio sea posible”, sugiere Blunda.
Confiabilidad para un puesto
El aporte concreto de un trabajador a un proyecto laboral se denomina desempeño. Este puede variar no sólo por el grado de preparación de una persona (sus habilidades), sino también por el nivel de compromiso y responsabilidad de una persona. “El proceso de moldear un carácter personal es la mejora permanente que no termina con la adquisición del título universitario, el que sólo da cuenta de que uno ha aprobado materias y ha adquirido algo de experiencia en un área determinada”, señala el experto.
“He escuchado muchas veces decir que la experiencia en el trabajo, es la necesaria universidad para seguir trabajando hábitos que hacen a la efectividad personal como la proactividad, la tolerancia a la frustración, la disposición al trabajo en equipo, la comunicación efectiva, el alineamiento con metas y el respeto a la autoridad y reglas organizacionales”, considera.
Blunda sostiene que es real que los jóvenes de hoy estudian no sólo con la problemática vinculada con los resultados académicos, pero también conviven con la terrible incertidumbre de su empleabilidad futura. “Esto explica muchas de las ansiedades y frustraciones de nuestros jóvenes”, advierte. “En este panorama, es necesario revalorizar la cultura del esfuerzo entre los jóvenes. Y en esta misión los adultos deben dar el ejemplo, porque así como el deportista necesita de constancia y tiempo para desarrollar su talento, nuestros propósitos laborales necesitan también de dedicación y un proceso, para concretarse en resultados”, finaliza.
Fuente http://www.psicologosorganizacionales.net/2007/11/la-necesidad-de-regenerar-la-cultura.html
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