Cuando se dice la palabra ‘freelance’, quizá el pensamiento más inmediato es: el esquema perfecto para trabajar desde casa. Eso es cierto, aunque sólo en parte. El estrés que representa dirigirse a una oficina puede disminuir, pero en cuestión de gastos, ser un trabajador independiente tiene un costo que necesita contemplarse antes de sumarse a este modelo laboral.
Silvia Rodríguez sabía que instalar su propia oficina en casa le implicaba un reto de organización. Desde ser más proactiva en la búsqueda de clientes de relaciones públicas, hasta coordinar su rutina para cumplir un horario, ahora en casa. Eso lo asimiló, pero lo que la impactó fue la manera en que aumentaron sus gastos.
Rodríguez, de 33 años, es del tipo de profesionistas que suele ser muy coordinada en sus fechas de entrega, pero no solía llevar un presupuesto de su dinero. “Ahora lo hago, es indispensable, recuerdo cuando me llegaron los primeros recibos de luz, venían con un aumento importante que no tenía en mente. Llegué a pensar que gastaba más de lo que ganaba”, relata la freelance.
Desempeñarse desde el hogar implica no sólo dejar de percibir un salario quincenal, también visualizar que las cuentas pueden aumentar. Rubros como energía, conexión a internet, material de oficina y comida, son algunos de los que tienden a subir al operar en el hogar, comenta el autor Bruce Barringer en su libro “The Truth about starting a business”.
En opinión del contador privado por la UNAM, Diego Buendía, quienes laboran en casa necesitan desarrollar una cultura empresarial que vaya más allá de tener capacidad para atraer proyectos. También requiere entrenarse para administrar los ingresos y optimizarlos.
Silvia Rodríguez menciona que cuando se empieza en el esquema home-office hay que cambiar la mentalidad de empleados por la de director, que debe gestionar los recursos hábilmente. “Si no lo haces, lo más probable es que en algún momento te veas tentado a regresar a un empleo fijo, porque te falta estructura económica para mantenerte a flote”.
Los gastos que, en concreto, se multiplican, detalla Buen día, son los relacionados con servicios, como luz, agua y teléfono. “Yo antes salía a las 6:30 de casa y llegaba a las 10:00 de la noche toda la semana, por lo que casi no se gastaba electricidad. Ahora paso, a veces, hasta 12 horas diarias frente a la computadora, eso se ha reflejado en el costo de este servicio. El teléfono es lo mismo, antes el recibo era de 200 pesos, tras instalar la oficina en casa estos llegaban hasta por 1,000 o más. Eso debe valorarse al momento de cobrar un proyecto”, puntualiza Rodríguez.
Existen otras situaciones que representan ‘gastos’ de los cuales un freelance tal vez no se percate al inicio, pero pesarán en su bolsillo. Los alimentos, por ejemplo, cuando se está en una oficina la persona invierte en salir a comer, buscando lugares económicos. Cuando esa dinámica cambia, el gasto del súper aumenta, no sólo en cantidad, sino en calidad. La gente opta “por darse algunos lujos, para consentirse, pues pasó de comer con varios amigos a hacerlo en forma individual”, indica el contador.
Otros ‘desembolsos’ que pasan a la lista de gastos es el material de trabajo. Tal vez en la oficina desperdicias papel, tinta o sobres. Trabajando en casa eso no puede suceder, hay que optimizar recursos y contemplar la compra de objetos variados, como una silla, impresora y hasta engrapadora. “Son cosas que uno no tiene estimado de principio, y claro que las necesitas”, platica Rodríguez.
Con el uso de Internet, agrega, sucede una situación similar. Si tienes un trabajo en otro empresa, no te preocupa si en el domicilio tienes un paquete navegación de baja o alta velocidad, sin embargo, en el momento en que empiezas a gestionar desde el hogar tus proyectos, generalmente tomas la decisión de pagar más por un servicio bueno que dé mayor rapidez, porque eso agiliza tu trabajo.
¿Cómo ahorrar?
En el momento en que una persona toma la decisión de hacer de su casa el ‘centro de operaciones’ profesionales, debe estimar algunas medidas para que los gastos no consuman gran parte de sus ingresos. El especialista de la UNAM recomienda empezar por hacer una lista de las herramientas que realmente son indispensables para realizar los proyectos que se asuman.
Por ejemplo, quizá tu computadora en la oficina recibía una actualización de software con cierta periodicidad, eso no significa que debas seguir con esa dinámica en casa. Enlista los programas necesarios para sacar adelante el trabajo, y analiza si existen algunas opciones gratuitas para descargar. Sólo por citar un caso, Google cuenta con un servicio de correo electrónico para empresas con 50 empleados, con una capacidad de siete gigabytes y es gratuito.
Otros consejos por aplicar
-Controla las salidas. Haz un presupuesto de cuánto estás dispuesto a pagar por teléfono, equiparable a lo que sucedía en tu oficina. En la mayoría de las empresas las llamadas celulares están condicionadas a tener una clave para limitar el uso de ese servicio. En casa, puede haber una meta similar; define cuánto puedes gastar en celular y lo demás puedes resolverlo por correo, skype, messenger, o pídele a tu cliente que ayude para enlaces telefónicos.
- Recurre al Internet. Si necesitas adquirir un programa de trabajo, tipo software, un nuevo teclado, algún mueble de oficina, busca en la red en páginas donde se ofertan esos objetos a menor precio. Tal vez sean de segunda mano, pero pueden estar en buenas condiciones, así ahorras en este concepto y ese dinero lo inviertes en otra decisión empresarial, como activar el servicio de hosting para subir la página de tu negocio.
- Prioriza el presupuesto. Como trabajador independiente es vital garantizar la calidad de tus servicios, pero eso no significa gastar demás. Recuerda la consigna: ahora el financiador eres tú, así que debes soltar dinero sólo cuando lo consideres necesario. Caso concreto: si tu proyecto demanda utilizar, una o dos veces, una cámara de video, piensa si realmente es necesario adquirir el equipo y si el proyecto costeará ese gasto. De no ser necesario, pídela prestada o réntala por unos días.
- Elige a tus clientes. Ser freelance “a veces pareciera sinónimo de que trabajas por hobbie y no requieres de tus pagos a tiempo”, asegura Rodríguez. Aquí el mensaje es: evalúa con quienes decides contratarte. Si la empresa demora demasiado el pago, eso puede ser peligro para tus finanzas y poner en aprieto tu situación laboral y el presupuesto del hogar. En una oficina si la renta se paga o no es cuestión del jefe, pero en casa es imposible “decirle al casero, regrese después”. Según el proyecto de que se trate, menciona Buendía, puedes pedir un adelanto, al menos del 20% para empezar a trabajar.
Eugenia Noriega, psicóloga industrial por la UNAM, sugiere al freelance tener certeza con los proyectos que asume. “A veces por iniciar con una cartera de proyectos en casa, se malvende el trabajo y se dedica mucho tiempo a una empresa que no paga. Si no se logra sanear ese aspecto, el freelance recibe un impacto negativo en su autoestima y finanzas. Así que lo mejor es visualizar por qué quiero entrar en la dinámica de trabajar en el hogar y cómo se sostendrá esa dinámica”.
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