Los líderes innovadores intraemprendedores son a menudo una amenaza para la tradición y el statu quo, personajes molestos que las organizaciones se encargan de boicotear, ocultar o eliminar.
La innovación frecuentemente supone cambiar las reglas establecidas en una organización y esto produce un lógico y natural efecto de resistencia organizativa.
Aunque para el CEO y los máximos directivos poner en marcha una idea contracultural suele ser un reto casi imposible, para aquéllos que no tienen el poder formal constituye un verdadero desafío profesional, una forma frecuente de suicidio profesional.
La naturaleza molesta de la innovación y el cruel destino de los innovadores
La innovación a menudo choca con los valores y comportamientos organizativos, con formas de pensar arraigadas en el pasado de la organización que han constituido la forma de entender de las personas de la organización las bases del éxito de la empresa.
Cuando alguien con sus ideas amenaza los valores, comportamientos o las reglas que forman parte de la cultura de las organizaciones, se enfrenta con los valores de esas personas que a menudo detentan el poder organizativo, se enfrenta contra el peor de los enemigos posibles: la cultura de la empresa.
Habitualmente, cuando estos líderes innovadores intraemprendedores promueven con demasiada intensidad sus ideas y éstas comienzan a ser una amenaza para estos valores/comportamientos considerados importantes y son detectados por el olfato agudo de los defensores del pasado, suelen ser neutralizados, desterrados a algún lugar oscuro de la organización donde no sean visibles, y si son demasiado peligrosos y difíciles de controlar, se les preparará alguna trampa para deshacerse de ellos.
Las reglas no escritas de las organizaciones son crueles y despiadadas pero conocidas por todos. Mantener el orden en la empresa, mantener aquéllo que es importante exige castigar a los transgresores, sino el desorden imperaría por doquier y la empresa perdería lo que es importante y le dio éxito en el pasado. Muchas innovaciones tienen esta naturaleza molesta y suponen una amenaza para el anterior orden, para los comportamientos que en el pasado fueron innovaciones, que nos dieron el éxito y que por ello defendemos.
Cuando la innovación proviene del más alto nivel organizativo, por ejemplo un CEO, costará más eliminar al transgresor, pero se podrá neutralizar la idea; la cultura se desayuna todos los días una estrategia.
La regla fundamental de la supervivencia
Es frecuente que el profesional o el directivo que quiere impulsar el proceso de transformación organizativa no tenga el poder suficiente para efectuar el cambio. De hecho la mayoría de las revoluciones conocidas no empiezan desde arriba. Los que son capaces de detectar las oportunidades de negocio y de hacer de ello una “causa”, no tienen que ser los altos directivos.
Los verdaderos líderes innovadores, los que han sobrevivido, no son sólo soñadores o impulsores del cambio, son pragmáticos del arte de lo posible y artistas para moverse entre los hilos del poder, son capaces de diferenciar por su mirada, que no por sus palabras, quiénes pertenecen al grupo de los defensores del pasado y quiénes no, pero sobre todo son maestros en llegar a los cuarteles de los miembros de la Dirección que sí están interesados en escuchar su discurso.
La Alta Dirección suele tener una presión por parte de los accionistas que a veces les generan menos problemas para romper el viejo orden. Sólo les hace falta que alguien les muestre nuevos caminos, especialmente si estos ya han dado los primeros resultados o se espera que los den. Y los líderes innovadores deben ser especialistas en mostrar al máximo poder que sus ideas funcionan.
Pero esto no es siempre posible y todos los líderes innovadores intraemprendedores, los sobrevivientes, saben que la regla fundamental de la supervivencia que se debe cumplir estrictamente es:
“No se puede ir más allá de lo que la Alta Dirección se haya comprometido y quiera asumir”
El incumplimiento supone quedarse sin soporte, hacer fracasar el proyecto y fracasar personalmente, asumiendo el riesgo de caer de forma cruel bajo las hordas del viejo orden, que jamás le perdonará el atrevimiento.
¿Por qué se arriesgan los líderes innovadores?
Aunque las grandes obras de la literatura o del cine nos hacen soñar con héroes que desafiaron por nobles ideas el poder institucional con éxito, todos sabemos que esto no suele suceder con frecuencia en la realidad.
No obstante, algunos de estos líderes innovadores que conocen la regla fundamental de la innovación intentan abordar cambios complejos sin el soporte claro y público de los roles organizativos que realmente tienen el poder. ¿Será el desconocimiento de las crueles dinámicas organizativas?
Paradójicamente no suelen ser ingenuos, suelen ser verdaderos artistas en saber leer en las organizaciones, saben que su posición es frágil y que el “poder del experto” es insuficiente. Extrañamente conocen mejor que nadie las herramientas del cambio, saben que si no calculan bien el impacto de sus acciones, caerán en la conocida “trampa” del cambio, a menudo mortal.
¿Por qué seguirán de forma casi absurda intentándolo? Quizás porque su organización les importa y quieren mirar a la cara de sus compañeros sabiendo que hicieron lo máximo para que la organización avanzara, porque prefieren morir a resignarse a seguir quejándose, porque se consideran profesionales, más que sobrevivientes, porque están enfadados, porque no soportan las pequeñas mentiras; quizás sean unos inconscientes a los que no les importe dejar de seguir respirando en un ambiente cargado de nostalgia. ¡Quién sabe! ¿Héroes o suicidas?
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