El aumento de la tasa de incumplimiento del consumidor de 5,34% en 2011, dado a conocer el pasado viernes por el Servicio de Protección del Crédito (SPC Brasil) y por la Confederación Nacional de Comerciantes (CNDL, siglas en portugués), no fue una sorpresa, de acuerdo con declaraciones del presidente del Instituto DSOP de Educación Financiera, Reinaldo Domingos.
“En los últimos años observamos una gran fiesta del consumo, porque la oferta de crédito fue muy grande y las personas no planificaron sus gastos para el futuro. Esto sumado con la falta de educación financiera, provocó el crecimiento del número de consumidores que no consiguen pagar sus compromisos”, explica Domingos.
Para agravar aún más la situación, los intereses bancarios son exhorbitantes. El educador financiero dice que la gran mayoría de los personas recurre a préstamos o líneas de crédito. Pero usarlos sin conocer en detalle el funcionamiento del sistema, es uno de los riesgos financieros más comunes en la cultura del endeudamiento.
Ciclo de endeudamiento
Según Domingos, el ciclo de endeudamiento está compuesto por causas y efectos. Existen causas como el analfabetismo financiero, consumismo, márketing publicitario y crédito fácil. También debido a sistemas como los pagarés, tarjetas de créditos, venta a plazos, préstamos de nómina, préstamos, anticipos y avances de Impuesto a la Renta IR. Están los efectos, como problemas conyugales, de salud, desmotivación, baja autoestima, baja productividad, atrasos y faltas en el trabajo.
“Para romper ese ciclo es necesario ayudar a ampliar el conocimiento de finanzas en la población, de forma consistente y con sentido práctico, para que sean asimilados tan pronto como sea posible. Es importante el equilibrio financiero para el bienestar individual y social”, afirma.
En general, Domingos explica que la vorágine financiera sigue el siguiente ritmo: si las cuentas de la casa o del carro no pueden ser cubiertas por el presupuesto, la persona comienza a pagar todos los demás gastos con la tarjeta de crédito, imaginando que así sobrarán recursos para pagar sus principales deudas.
Dentro de pocos meses, sin embargo, ya no podrá librarse de la factura de la tarjeta y tendrá que pagar una cuota mensual mínima, hasta que ingrese algún recurso extra. Pero esto no sucede y la respuesta es recurrir a sobregiros. Comienza otro mes y la historia se repite. El salario recibido es suficiente apenas para cubrir el límite del pagaré. Luego viene el débito referente a los intereses del período más la cuota mínima de la tarjeta acompañada de intereses. Sin alternativa, se deja de pagar las prestaciones de la casa y del carro. Cuando se da cuenta, las persona está endeudada por todos lados, corriendo el riesgo de quedar como incumplidor y sin línea de crédito.
Hay quienes renuncian para usar los recursos de los derechos laborales y así solucionar el problema. Cuando perciben que el dinero no es suficiente buscan préstamos. Y así hasta llegar al fondo de a poco.
De acuerdo con el experto, la solución es hacer un análisis detallado de todas las deudas, separando los temas esenciales y los no tan importantes, priorizando pagar los esenciales para evitar el corte de servicios indispensables. Se debe también dar prioridad a las deudas que tienen las tasas de interés más altas.
Probablemente los dos préstamos adquiridos pertenecerán al sistema financiero. Si así fuera, lo mejor es buscar al gerente y pedir que junte en un mismo paquete las deudas de los pagaré, tarjeta de crédito y demás préstamos. Luego negociar una línea de crédito diferente, pero prolongada, con intereses medios de 2,5%, cuya prestación sea menor que el valor total de los intereses que la persona paga mensualmente.
A partir de ese acuerdo con el banco, el deudor tendrá que pagar no sólo el interés, y sin el valor principal, haciendo que la deuda sea efectivamente liquidada a lo largo del tiempo. Si no existe la opción de un acuerdo con la institución financiera o si la parte negociada no encaja en el presupuesto, será mejor ahorrar para cuando sea buscado por las empresas de recuperación de crédito contratadas por los bancos, y así tenga mejores condiciones de negociar.
El especialista propone que el consumidor se haga las siguientes preguntas antes de cualquier compra:
¿Es necesario ese producto?
¿Qué beneficio traerá para mi vida?
Si no lo compro hoy, ¿qué pasará?
¿Compraré por una necesidad real o movido por otros sentimientos, como la falta o baja autoestima?
¿Compraré para mí o influenciado por otra persona o publicidad seductora?
¿Cuánto dispongo efectivamente para gastar?
¿Tengo el dinero para comprar?
¿Necesitaré comprar a plazos para pagar los intereses?
¿Tengo el valor referente a una parte, pero lo tendre de aquí a seis o doce meses?
¿Necesito del modelo más sofisticado, o una base, más asequible para adaptarse a mis necesidades?
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