Gymboree es una franquicia que revolucionó el segmento de la educación y estimulación infantil en México. Desde su llegada, hace 21 años, se colocó a la vanguardia en el sector mediante un innovador concepto de enseñanza que despierta las habilidades y talentos de los niños desde los primeros años de vida.
El modelo educativo que propone, se basa en la estimulación temprana a través del juego compartido con los papás. Así, el bebé aprende a tener un mejor conocimiento de sí mismo, favorece su autoestima, desarrolla sus capacidades de atención, concentración y aprende a socializar.
La marca nació en California, Estados Unidos, en 1976, pero no llegó a suelo mexicano sino hasta 1990, cuando Pedro Sanz, Gisela y Pilar González, y Germán y Paty Fernández del Busto decidieron importar el concepto. Pedro, su actual director general, fue quien tuvo la idea al visitar a unos amigos en Estados Unidos. Ellos le dijeron que llevaban a su bebé de dos meses a la "escuela", y que ahí se contemplaba la estimulación temprana del recién nacido hasta los dos años de edad. Tras la sorpresa, pensó que sería una buena opción para el mercado mexicano, donde no había nada igual. Según datos del Consejo Nacional de Población (Conapo), en 1990 había cinco millones de niños menores de seis años en México.
Luego de algunos meses de negociaciones, en las que los emprendedores demostraron experiencia en el manejo de los negocios y conocimientos en pedagogía, el corporativo estadounidense les concedió una franquicia maestra. Los cinco socios replicaron el modelo y tradujeron el manual operativo al español. Sin embargo, tuvieron que adaptar el concepto a las características del mercado mexicano, por lo que modificaron cantos y juegos al estilo latino.
Llevaban ya cuatro años operando cuando las solicitudes de los padres de extender el programa hasta la edad preescolar se hicieron más insistentes. "Escuchar al cliente y darle lo que pide es esencial para el crecimiento de cualquier negocio", afirma Pilar.
Para satisfacer la demanda, los socios decidieron crear un kínder. Diseñar los programas para la capacitación de los maestros fue la piedra angular del negocio porque de ahí partió el modelo de la nueva franquicia, que se denominó Kindergym y que sólo opera en México.
Un grupo de expertos en pedagogía, psicología, terapistas de lenguaje y educadores contribuyeron a sustentar el plan de trabajo. El siguiente paso fue la estandarización de los conceptos básicos como la misión, visión, valores, imagen corporativa y la planeación de operaciones.
Como parte del programa, se hizo un nuevo diseño a los manuales operativos, así como a la asistencia técnica y se incluyó la creación de un área de Recursos Humanos. El rediseño de la franquicia se hizo en un año y, de esta manera, los 10 centros que ya estaban establecidos en la República adoptaron el modelo del kínder en 1995.
"Fue una transición natural. Como ya contábamos con la confianza de las mamás, el vínculo se fortaleció", asegura Gisela, directora del programa Kindergym y los centros corporativos. El kínder permitió retener a los niños y a sus madres por más tiempo y se forjaron los elementos para que la marca pudiera seguir consolidándose.
A diferencia de Estados Unidos, donde Gymboree se veía como centro donde los padres jugaban con su bebé, en México se le dio un cambio importante: se transformó en un lugar para ir a jugar, aprender, desarrollarse y formar amistades. "El secreto fue esa socialización", dice Gisela.
A partir de este momento comenzaron las solicitudes para que se abrieran centros en el interior del país. Los socios decidieron que este crecimiento se realizaría a través del sistema de franquicias.
El resultado fue tan exitoso que actualmente Kindergym tiene 70 centros distribuidos en varios estados. Siete más están en proceso de apertura y las seis sucursales propias funcionan como corporativos, donde se elaboran las actualizaciones y los programas educativos. A la fecha cuentan con una plantilla de 6,000 niños a nivel nacional.
Una oportunidad latente
Gymboree y Kindergym representa una oportunidad de negocio, sobre todo en el interior de la República, donde no todas las plazas están cubiertas. Esto se debe a que cada vez hay más mujeres que trabajan y que tienen la necesidad de llevar a sus hijos a la escuela desde temprana edad
Además, estadísticas del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) señalan que el número de niños menores de seis años casi se duplicó en los últimos 10 años, para ubicarse en 9.6 millones.
Pero ese no es el único factor. Lo más importante es que se trata de un modelo probado que ofrece una asistencia técnica y capacitación constante. Pilar cuenta que a partir de su éxito, "muchas escuelas trataron de imitarlo, aunque no tuvieron buenos resultados porque no tenían el sustento que da un modelo de franquicia con un programa operativo".
Quien considere adquirir este negocio, además de amar a los niños, debe tener una preparación administrativa y cumplir con un programa de formación inicial, apoyado por diversos ciclos de aprendizaje que se imparten de manera periódica, señala Pilar.
La franquicia exige un perfil de franquiciatario muy específico. El concepto es para quien tiene pasión, habilidades de liderazgo y para formar equipos de trabajo. Asimismo, debe estar capacitado para evaluar resultados financieros, de comercialización y tener conocimientos de mercadotecnia.
La buena noticia es que el emprendedor no está solo en esta aventura. Su labor es apoyada por asesores en el área legal, administrativa y contable, y cuenta con la asistencia de un software llamado Artak Solutions, que mide la operación de cada centro, desde su desempeño y organización, hasta su facturación electrónica.
El negocio está dirigido a la clase media y alta, un público que demanda calidad en los servicios, actualización en los programas y en el personal, seguridad en las instalaciones y un ambiente agradable. La franquicia mantiene una demanda constante, ya que las dos marcas que opera cubren bien estas necesidades.
Este año la empresa apostó todo a la capacitación al iniciar un proyecto llamado Universidad Gymboree, que realiza en conjunto con la Universidad Anáhuac. El objetivo es preparar mejor al personal, debido a la responsabilidad que implica trabajar con niños.
Como parte de este esfuerzo por ofrecer calidad en el servicio, también se realiza un proceso de certificación interna para evaluar a los centros en áreas como imagen, planes de apertura, de conocimientos y de capacitación. De este modo, se asegura que todos los centros cumplan cabalmente con los estándares de calidad nacionales e internacionales.
La marca continúa su posicionamiento a nivel nacional. Los socios afirman tener un plan estratégico a cinco años para seguir garantizando la calidad de sus servicios. "Nos vemos siempre en movimiento y atentos a los retos que vengan para convertirlos en oportunidades", concluyen.
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