Una empresa de familia ofrece tanto beneficios como dificultades a sus integrantes. Conocer “dónde estamos parados” y poder revisar los procesos que se dan ofrece posibilidades de crecimiento.
Un 80 por ciento de las empresas de Argentina y Latinoamérica son de carácter familiar. Con sus particularidades, están presentes en el desarrollo de cualquier economía.
Hay tres grandes temas que abarcan casi todos los problemas de las empresas familiares: las relaciones entre los miembros de la familia, el ingreso de las nuevas generaciones y la transición de la dirección.
Otro tema poco desarrollado surge de “la necesidad de subsistir”. El fundador de la empresa, la sueña y desarrolla con el objetivo que le quede a sus hijos, como una forma de trascender en el tiempo. Esto tiene algo de mágico y de práctico. Es un medio de subsistencia para la familia, es un custodio del patrimonio y fuente de trabajo segura para los miembros de la familia.
Entonces, una empresa familiar actúa como un paraguas protector frente a las coyunturas da la vida. Pero al mismo tiempo esta misma obligatoriedad de “ser eterna y para siempre, para los hijos de los hijos” hace que muchas veces se tomen decisiones que van a contramano de los objetivos de la empresa.Dificultades más comunes
1) Las relaciones interpersonales entre los miembros de la familia. Entre padres e hijos, entre hermanos, sobrinos, tíos, cuñados, etc. En general, por diferentes puntos de vista, por diferencia en criterios y la mayoría de las veces por cuestiones históricas.
2) La falta de profesionalización.
3) Los retrasos que se presentan en la transición de la dirección de la generación que está a la que le sigue.
En cuanto a este último punto, es habitual que la generación anterior se resista a irse y la generación siguiente puje para llegar arriba. Además, no se preparan ni se hacen las cosas con tiempo. Debiera darse tiempo para este proceso, no se hace de un día para el otro: cuanto más temprano se empiece, más posibilidades de ser exitosos en la transición se tienen.
Muchas veces esto sucede porque no se toma en cuenta la evolución de las cosas. Una empresa familiar, como cualquier empresa, es un ser vivo, puede ir cambiando sus objetivos y las necesidades a través del tiempo y los años. Entonces, los objetivos del fundador pueden ser muy buenos, válidos y legítimos, además es lo que permitió que se desarrolle la empresa, pero cuando viene la nueva generación esas metas debieran ser revisadas porque nadie puede hacer suyo un objetivo que no construyó por sí mismo.
También hay un tema muy interesante del cual se habla poco, que es el temor (fundado o no) de los padres a quedar dependientes económicamente de los hijos. Los padres han trabajado toda su vida para sostener un negocio y muchas veces no disponen de su propio dinero. Cuando los hijos toman la Dirección de la empresa familiar, tienen que pedir y eso aflige muchísimo a la gente. Muchas veces la resistencia a pasar el mando tiene que ver con no perder esta autonomía económica.
Beneficios
Tener el capital y el patrimonio de la familia en buenas manos y hacer un negocio rentable manejado por la misma familia es un gran beneficio. Cuando todo va bien es fantástico estar en una empresa familiar, es más fácil generar el sentimiento de lealtad y pertenencia a la empresa por parte de los empleados porque hay un trato directo con los dueños.
El prestigio que da dirigir una empresa de familia es enorme. Clientes y proveedores disfrutan de poder tratar directamente con los dueños de la empresa.
Por otra parte, una menor burocracia ayuda a agilizar los procesos de toma de decisiones.
Futuro
Cuando los miembros de la familia se dan la oportunidad de revisar las cosas, de repensarse a sí mismos y a la empresa, aumentan las posibilidades de sostenerse en el tiempo o de tener un final digno.
Por el propio devenir de la vida, no puede ser que los objetivos sean los mismos hoy que hace 20 años, las necesidades y expectativas cambian tanto en los miembros de la familia como en los clientes y consumidores, cambian los materiales y el mercado. Hay un delicado equilibrio entre mantener las cosas como están y renovarlas, ninguna empresa subsiste en una renovación permanente, pero tampoco lo hace en el estancamiento.
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