Cuando una persona cree mucho en su idea, hay veces que hace lo posible por intentar llevarla a cabo, por conseguir financiación, capital, un local y, sobre todo, que los demás crean en esa idea que a él le ronda y por la cual está dispuesto a trabajar más horas.
Sin embargo, tener una idea no implica que ya nos despidamos del trabajo para aventurarnos, a ciegas, o casi a ciegas, en algo así. No; es al contrario. Normalmente las personas con trabajo lo conservan hasta ver cómo va la empresa que han creado, salvo que tengan capital suficiente y estén muy seguros de lo que hacen (sobre todo de que, si la empresa va mal, podrán hacer algo para seguir ganando dinero para vivir).
Estos se convierten así en trabajadores y emprendedores al mismo tiempo. Por ejemplo, son trabajadores porque trabajan para otro, en una empresa, microempresa, para otra persona, etc. Y, por otro lado, son también emprendedores porque, en su tiempo libre, se encargan de llevar una empresa que están creando donde son su jefe y, como tal, ha de hacerse cargo de muchas gestiones.
Al principio, los dos trabajos se compaginan aunque suponga menos horas libres para la persona pero, cuando el negocio empieza a dar frutos y a consolidarse, se tiende a abandonar uno de los trabajos con el fin de dar prioridad al otro donde eres tu propio jefe y nadie te dice nada, a lo sumo eres tú quien ordena si contratas trabajadores.
Poderse hacer esta práctica se puede, pero hay que mirar bien la legislación y leyes para saber cuánto nos puede costar trabajar por cuenta ajena al mismo tiempo que, durante otras horas, se trabaja por cuenta propia (porque eso también será un gasto añadido).
No hay comentarios:
Publicar un comentario