Decidir no es fácil: por definición la toma de una decisión implica a su vez una renuncia y siempre conlleva la posibilidad del error. Ese riesgo puede conducirnos a la trampa de la indecisión. Trampa porque, paradójicamente, no se puede no tomar decisiones. El hecho de hacerlo es en sí una decisión con la que entregamos el control de nuestro futuro a los demás y/o a las circunstancias de nuestro entorno.
Como sucede con cualquier otra actividad, a decidir también se aprende. El proceso de toma de decisiones (tanto en el ámbito profesional como en el estrictamente personal) puede venir facilitado cuando se interioriza una serie de principios básicos que resumo a continuación:
Principio 1. Preocúpate por decidir bien más que por acertar
Decidir bien no es lo mismo que acertar. Uno puede errar habiendo tomado la decisión correcta y recíprocamente acertar habiendo adoptado una decisión errónea.
Principio 2. Identifica tus objetivos
No seas Alicia:
El Gato se limitó a sonreír al ver a Alicia. Parece bueno, pensó Alicia; sin embargo, tiene uñas muy largas, y muchísimos dientes, así que comprendió que debía tratarlo con respeto.
– Gatito, gatito, dijo, un poco tímidamente, ya que no sabía si le gustaba que le llamasen así; pero al Gato se le ensanchó la sonrisa. Ante esto, Alicia pensó:”Vaya, de momento parece complacido”, y prosiguió: — ¿te importaría decirme, por favor, qué camino debo tomar desde aquí?
– Eso depende en gran medida de adónde quieres ir, -dijo el Gato.
– ¡No me importa mucho adónde…! –dijo Alicia.
– Entonces, da igual la dirección — dijo el Gato. Añadiendo: ¡Cualquiera que tomes está bien…!
Conocer nuestra meta nos permite actuar en función de nuestros objetivos en lugar de reaccionar ante lo que acontece a nuestro alrededor; nuestro objetivo determinará en gran medida cómo actuaremos. En definitiva, si no sabemos dónde vamos, a diferencia de Alicia, difícilmente llegaremos.
Principio 3. Plantea tus problemas de forma realista
Asúmelo, no eres Superman. Ni siquiera Superlópez. Plantéate objetivos y planes de acción objetivamente realistas.
Principio 4. No te autoengañes, es muy fácil hacerlo
No te ciegues por una idea o alternativa preconcebida; evita buscar argumentos que la avalen sin considerar otros que la cuestionen. No te resistas a aceptar el error si éste llega (mejorará, las cosas cambiarán). Es fácil caer si estamos rodeados de gente que comparte nuestros planteamientos sin cuestionarlos.
Principio 5. Atiende sólo a la información relevante
Entendiendo por información relevante aquella que reduce la incertidumbre a la hora de tomar una decisión y cuyo coste es inferior al beneficio que aporta. No te dejes llevar por suposiciones:
“¡Quién diablos quiere escuchar a los actores hablar!” (Harry Warner, presidente de Warner Brothers, 1927)
“Los grupos con guitarras están en vías de desaparición” (Decca Records, 1962, año de aparición de los Beatles)
“No hay razón alguna por la que un individuo deba tener un ordenador en su casa” (Fabricante de ordenadores, 1977)
Principio 6. Reconoce la incertidumbre y gestionala
Acepta que las cosas no tienen porqué salir cómo las has planeado; plantea escenarios y elabora planes de contingencia para cada una de ellos. No infravalores las consecuencias futuras de tus decisiones frente al presente.
Principio 7. Sé creativo y genera alternativas
La primera alternativa no tiene porqué ser la mejor; cuanto mayor sea el número de opciones, en principio, mayor será la riqueza del proceso de decisión y, si este se sigue correctamente, mayor la calidad de la decisión adoptada. Genera alternativas. Y no te autoimpongas límites al hacerlo.
Principio 8. Ten en cuenta que tus decisiones tienen consecuencias
Tendemos a juzgar nuestras decisiones por lo eficaces que son, obviando las consecuencias que puedan derivarse. A la hora de evaluar alternativas, valora tanto los riesgos como estas consecuencias.
Principio 9. Lo que decidas, ponlo en práctica
No procrastines. Ninguna decisión es buena hasta que se lleva a la práctica: a la decisión le tiene que seguir la acción. Actúa. Adopta como criterio a la hora de evaluar posibles alternativas su aplicabilidad: emplear tiempo en adoptar una decisión que luego no va a poder ponerse en práctica no tiene mucho sentido.
Principio 10. Sé consciente de que no todo es racionalidad
La racionalidad tiene unos límites individuales (la personalidad, la aversión al riesgo, el querer quedar bien, etc.) que generan una forma de pensar distorsionada dependiendo de cada individuo (pesimistas/voluntaristas, los que piensan en que todo es blanco o negro o los que se dejan llevar por las primeras impresiones). Es decir, nuestros sentimientos, nuestra forma de ser, influyen en nuestras decisiones.
Existen igualmente límites organizacionales asociados a comportamientos políticos y de grupo (un ejemplo muy simple: la Paradoja de Abilene) que pueden alterar el desarrollo del proceso de toma de decisiones.
Sé consciente en todo momento del efecto que ambas dimensiones pueden tener en tu caso. Conócete a ti mismo y a tu entorno.
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