La gestión empresarial no puede estar ni más sana, ni más enferma que las personas que la están aplicando.
Cuando las personas que dirigen la gestión están equilibradas, tratan con respeto a los demás y les ayudan a sentirse ilusionados y comprometidos con los proyectos en los que participan.
Todo esto se refleja en la organización, dice Mario Alonso Puig, autor de “Vivir es un asunto urgente”.
Este es un ejemplo que deberían asimilar las pequeñas y medianas empresas que no siempre “gozan de buena salud”.
Encontrar un sentido en lo que hacemos y movernos en la dirección que nos apasiona, abre la creatividad, la inteligencia y la capacidad de aprender.
Mario Alonso Puig, cirujano, autor de Vivir es un asunto urgente, Madera de líder y Reinventarse, sugiere explorar más para descubrir el grado de ilusión que muestran las personas cuando van a trabajar a las empresas. En su diálogo con HSM Talents, Puig señala que la inspiración, el entusiasmo y la confianza son sinónimos de buen liderazgo.
¿Está sana la gestión empresarial?
Es necesario precisar sobre qué es lo que entendemos acerca de buena salud, ya que para algunas personas tener una buena salud significa no padecer ninguna enfermedad. En mi opinión, la salud es algo muy diferente y que se ajusta a la declaración por parte de la Organización Mundial de la Salud sobre lo que verdaderamente implica estar sano. Según la OMS, la salud no es sólo la ausencia de enfermedad, sino también el bienestar físico, psicológico, emocional y social de la persona.
“Creo que la gestión empresarial no puede estar ni más sana, ni más enferma que las personas que la están aplicando”, señala el experto. Cuando las personas que aplican la gestión están equilibradas, tratan con respeto a los demás y les ayudan a sentirse ilusionados y comprometidos con los proyectos en los que participan. A medida que la separación del punto de equilibrio se acentúa, vemos menos a las personas como personas y mucho más como medios para conseguir los resultados que queremos.
En tiempos de incertidumbre surgen tensiones. ¿Qué le recomendaría a los directivos para gestionarlas?
La misión del directivo, por una parte es la de ayudar a las personas a que generen una actitud de aceptación y de celebración ante la oportunidad de crecer y evolucionar que la incertidumbre representa, y por otra, acompañar en este proceso donde todos nos sentimos especialmente vulnerables.
Este acompañamiento tiene dos dimensiones: mostrar continuamente que se confía en la persona y en su capacidad para adaptarse, y ser especialmente comprensivo con los errores facilitando a quien los ha cometido, sacar el aprendizaje necesario, sin llegar a hundirse en la culpa o en la vergüenza. ¿En qué consiste el entrenamiento de la mente?
La mente es una red de información excepcionalmente compleja que ha de servir de instrumento a la consciencia. El entrenamiento de la mente consiste en ser conscientes de cuando nuestras decisiones se están basando en suposiciones, de cuando estamos emitiendo juicios sin haber hecho una mínima exploración y de cómo nuestras evaluaciones están creando nuestras experiencias.
El entrenamiento mental también consiste en aprender a parar los pensamientos automáticos que irrumpen sin nuestro permiso en nuestra consciencia y nublan nuestra capacidad de ver lo que hay ante nuestros ojos. Entrenar la mente también es buscar periodos de silencio y reflexión para penetrar en nuestro interior y observar las cosas desde una perspectiva más profunda.
¿Podemos modificar nuestros hábitos de pensamiento?
Sí podemos, siempre que tengamos un verdadero compromiso y marcada determinación que nos haga inasequibles al desaliento. El precio de la libertad en el pensamiento es la eterna vigilancia para descubrir cuándo se están infiltrando sutilmente esos hábitos que han estado presentes tantos años de nuestra vida. ¿Cómo se puede contagiar la motivación en una organización?
Hay dos formas de motivación, la extrínseca o incentivación y la intrínseca. Las personas tenemos nuestras ilusiones, sueños, preocupaciones y luchas internas. Encontrar un sentido en lo que hacemos y movernos en la dirección que nos apasiona, abre la creatividad, la inteligencia y la capacidad de aprender. Las personas acabamos dominando aquello que de verdad amamos.
Toda persona que tenga a cargo equipos puede desarrollar esta sensibilidad de saber qué es lo que de verdad valora su gente y tenerlo en cuenta a la hora de encargarles proyectos. Por otro lado, la motivación extrínseca, es importante para que la gente sepa que se valora su trabajo, sin embargo, no beneficia la creatividad porque lo único que potencia es la rapidez con la que se hacen los trabajos conocidos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario