Productividad. Esa es la palabra que tenemos que explicar y repetir a nuestros políticos. Productividad privada y pública. Es el concepto que tendría que estar en el centro de todas las decisiones para salir de la crisis, a corto, medio y largo plazo. En lugar de esto estamos presenciando unas decisiones de emergencia, sin planificación, que no solo agudizan la crisis a medio plazo, sino que no solucionan nada de los problemas estructurales de España.
Un debate ideológico artificial para enmascarar los verdaderos problemas
Es vergonzoso escuchar los debates políticos. Cada uno echando la culpa al otro partido. Si todos son culpables, al final es lo mismo que no haya ningún responsable. Las pretendidas ideologías de izquierda y derecha engañan a cada vez menos personas, y que ha quedado patente que los unos y los otros toman exactamente las mismas decisiones.
Gritan mucho, se acusan mutuamente, todo para enmascarar que son sus decisiones en conjunto las que han llevado a la situación actual, y porque no saben hacer otra cosa que lo que están haciendo.
Una crisis de modelo productivo y de deuda
No busquemos las responsabilidades de la crisis en la situación internacional. La situación es muy sencilla. Durante años España (y otros países del entorno europeo) ha creído que podía vivir endeudándose hasta el infinito. Cuando digo España, no me refiero al Estado (que tenía una deuda bastante controlada), sino a todos los demás actores económicos (particulares, bancos, empresas, administraciones locales).
Da absolutamente lo mismo que las finanzas del Estado estuvieran equilibradas (incluso con superávit), porque los poderes públicos permitieron que la deuda privada creciera en una proporción absolutamente inviable. Incluso permitieron que se iniciara y aumentará hasta niveles increíbles una burbuja inmobiliaria sin precedentes. Los Gobiernos del PP y del PSOE tuvieron en su poder tomar acciones, pero prefirieron pretender creerse el milagro económico español del ladrillo y el turismo.
Y eso es el problema de fondo en España: la apuesta por una economía de poco valor añadido, y nada productiva. Lo triste es que nuestros políticos no saben hacer otra cosa. Como prueba podemos citar los intentos desesperados de los dos últimos gobiernos para resucitar el sector de la construcción, con medidas tan absurdas como restablecer la deducción por compra de vivienda o poner un IVA superreducido por la compra de casa. En lugar de aceptar la realidad (sobran millones de viviendas) y emprender una restructuración industrial, toman medidas absurdas y costosas que no servirán para nada.
Productividad en el sector público
¿Qué es buscar la productividad? Se trata de hacer un trabajo de fondo: eliminar los elementos que no sirven a la vez que se potencian los aspectos más productivos. Es decir: quitar duplicidades, quitar funciones y personal administrativos para centrarse en potenciar los que hacen un servicio útil y medible.
No paramos de escuchar que no tenemos más remedio que recortar, porque no podemos tener déficit. De acuerdo. Pero lo primero que habría que plantear es que es lo imprescindible, que es lo que sería recomendable seguir teniendo y todo lo demás. Siendo lógicos, habría que recortar primero lo último que he mencionado, y si no basta, tocar algo de la segunda categoría, pero nunca la primera.
Juguemos juntos a poner prioridades
Empecemos por las televisiones autonómicas. Son verdaderos agujeros financieros, las más grandes emplean el triple de personal que las principales cadenas privadas (por unas audiencias muy inferiores), pero sin embargo ningún político se ha planteado su cierre o privatización. Porque para un político el poder de influencia de una televisión autonómica es más importante que cualquier necesidad de los ciudadanos (incluso en salud o educación).
Luego podríamos hablar de los organismos públicos que sirven de poco o nada, como el Senado (que lleva años buscando su razón de ser, públicamente) o las diputaciones. También podríamos preguntar si de verdad hacen falta tantos diputados autonómicos en cada Comunidad, o tantos consejeros en cada ayuntamiento. Curiosamente, y aunque de nuevo se trate de un gasto que no es vital, de nuevo prevalece el interés de la clase política sobre sus ciudadanos.
Ahora el empeño para salvar los bancos que tan mal se gestionaron estos últimos años. En especial las cajas, que curiosamente, solían ser dirigidas por políticos. Eso es totalmente impensable. En cualquier otra industria, esas empresas hubiesen quebrado. Hubiera salido más barato a los gobiernos indemnizar a los ahorradores. Pero curiosamente se hace todo para salvar lo insalvable, y se nos pretende hacer creer que es por nuestro bien, cuando en realidad estos rescates llevan a los recortes.
Hay más ejemplos, pero esos son los más visibles.
El método de los políticos: un poco menos en todo
Además de egoístas, los políticos son poco valientes. Prefieren recortar un poco en todo que atreverse a eliminar las duplicidades y malos funcionamientos en la administración. Prefieren recortar un 10% a todos los funcionarios antes que decidir prescindir del 10% menos productivo.
Ayer nos hemos enterado que se va a reducir un 50% las ayudas al autoempleo. En valor absoluto no es un importe relevante para el presupuesto del Estado, pero demuestra esta lógica. No le ha parecido importar al Gobierno que eso signifique menos creación de empleo autónomo, con lo importante que es este dato para fomentar crecimiento y riqueza.
Con el sector privado, más de lo mismo
¿Cuál es la gran apuesta de la economía española para el futuro? ¿Una base espacial? ¿Una Silicon Valley española? ¿Las nanotecnologías? No. Parece que lo mejor para España es pelearse para que se instale un macro casino, y adaptar la legislación vigente para que sea posible, incluidas grandes deducciones fiscales.
Se nos habla de cientos de miles de empleos, pero ¿a qué precio y para qué? ¿Es esto el modelo de España? ¿Más turismo de masa? ¿Más construcción?
Los políticos quieren ir a lo fácil. Prefieren apostar por la remota posibilidad de un macro complejo, sin importar las consecuencias morales o jurídicas, siempre que cree mucho empleo en un solo golpe. ¿Es que sería demasiado trabajo apostar por fomentar la creación de empresa?
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