Por: Francisco José Miraval Tapia
“Hijo es grandioso que te hayan elegido presidente. Pero ahora que tienes ese cargo, no lo uses para hacer que otros hagan lo que tú quieres. El mejor uso del poder es no tener que usarlo. La gente sigue a los grandes lideres por que los respetan y no por el poder que ostentan”
En las instituciones o empresas se necesitan ejecutivos o trabajadores que tengan la capacidad suficiente para saber que es diferente tener poder, que tener autoridad; el poder es inherente al cargo que la persona tiene en la institución, como definición la Real Academia española considera al Poder: “como la facultad y jurisdicción que alguien tiene para mandar o ejecutar algo”. Mientras que a la Autoridad:”prestigio y crédito que se reconoce a una persona o institución por su legitimidad o por su calidad y competencia en alguna materia”.
James C. Hunter en su libro La Paradoja menciona las definiciones de Max Weber de su libro: “Sobre la Teoría de las Ciencias Sociales”
“Poder.- La capacidad de forzar o coaccionar a alguien, para que éste, aunque preferiría no hacerla, haga tu voluntad debido a tu posición o tu fuerza.”
“Autoridad.- el arte de conseguir que la gente haga voluntariamente lo que tu quieres debido a tu influencia personal.”
Como podemos ver, existe diferencia, la autoridad se gana en base a conocimiento, trabajo, aptitudes y actitudes y no deben pretender ganársela solo con bellas palabras, se debe hacer que las actitudes hablen por nosotros, o quizás mejor aún, hacer que exista coherencia entre lo que se piensa, lo que se dice y lo que se hace. Que pensaríamos de un ejecutivo o funcionario que habla mucho de organizar un equipo de alto rendimiento, pero lo vemos leyendo periódico, mirando televisión o conversando por teléfono asuntos particulares o quizás abandona el centro de trabajo y no precisamente por asuntos relacionados con sus funciones, mientras que los demás trabajadores están sumamente atareados por su excesiva carga laboral. Con ese tipo de actitud se acaba con la sinergia que debe existir en todo equipo. No olvidemos que: las palabras convencen, pero el ejemplo arrastra. De nada vale ser en la teoría grandes promotores de la formación de equipos de alto rendimiento, si en la práctica no sabemos integrarnos a alguno ya formado haciéndonos recordar a Ralph Waldo Emerson”…el ruido de tus acciones no me deja oír tus palabras …”.
Caso contrario, es el de algunos lastimosamente pocos, funcionarios que comprometidos con lo que es trabajo en equipo, olvidándose de categorías se integran al grupo que necesita apoyo; funcionarios que no piensan por ejemplo, que salir a atender al público en una ventanilla es deshonroso, ya que ello no les quita nada, ni los denigra, más por el contrario los confirma como buenos lideres y/o funcionarios. Liderazgo de influencia, de referencia o de ejemplo es el que se da cuando el funcionario, ejecutivo o gerente es el ejemplo a seguir; que fácil es para algunos exigir a los trabajadores que cumplan normas, cuando ellos son los primeros en incumplirlas amparándose en el cargo que ostentan; son personas que no han comprendido aún que los ascensos o cargos de mayor nivel implican aumentar su responsabilidad, debiendo ser el referente o ejemplo para los demás trabajadores y no como ellos piensan, que el cargo les da prerrogativas para incumplir las normas internas de la institución.
Nuestra real motivación para llegar a ser jefe o líder no debe ser adquirir poder y privilegios, como el caso de no cumplir las normas y horarios establecidos, dichas actitudes desdicen de la real capacidad o autoridad moral para liderar un equipo de trabajo. La verdadera y real motivación debe ser el deseo de ser el guía y el ejemplo para el personal a su cargo, ejemplo de contracción al trabajo, puntualidad, respeto y cumplimiento de las normas que se exigen en la institución y así poder concretar logros que beneficien a todo el equipo y por ende a la institución.
Conviene recordar la definición de líder, ejemplo y referente:
Líder: Persona a la que un grupo sigue, reconociéndola como jefe u orientadora.
Ejemplo: Estimular con las propias obras la imitación de los demás.
Referente: Dicho de los accionistas o miembros de una sociedad, que tienen un papel destacado en un gobierno o gestión.
Debemos recordar que:
El que habla mucho no es necesariamente un buen líder.
Lo que se trata de lograr no son objetivos personales, sino comunes.
El fin no justifica los medios, ni lo valida. Se debe tener muy en cuenta valores, principios y los pilares de la cultura organizacional.
Por ello, aspiremos y tratemos de ser lideres y/o jefes a los que los demás trabajadores nos tengan como ejemplo y no como simples jefes que ordenamos y queremos hacer cumplir a los demás lo que nosotros no cumplimos, perdiendo por ello nuestra autoridad y la capacidad moral para exigir a otros dicho cumplimiento. Cambiemos esa actitud negativa. Las instituciones tanto para tomar personal, como para otorgar ascensos deben tomar muy en cuenta las actitudes y no solo las aptitudes de los trabajadores, ya que las aptitudes son más fáciles de adquirir y en cambio, al venir las actitudes por lo general desde la casa y/o entorno familiar, son muy difíciles de cambiar.
En el caso de los ascensos, otorgarlos solo teniendo en cuenta las aptitudes en el cargo que desempeña el trabajador, es un doble riesgo para la institución: por que es posible que perdamos a un excelente subalterno y lleguemos a tener un pésimo jefe.
Autor Francisco José Miraval Tapia
Fuente http://www.guiaparaempresas.com.ar/articulo.php?nov=373
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