Por: Rafael E. Alcaraz Rodríguez
Para entender la situación y complejidad de la empresa familiar, quizá deberíamos primero definirla y con este propósito podemos partir de la descripción que hace la Business Families Foundation de Canadá sobre el concepto:
“la empresa familiar es creada y controlada por los miembros emparentados mediante vínculos de sangre, matrimonio o adopción, y en conjunto son dueños de ésta, con o sin fines de lucro, que trabajan y desarrollan iniciativas para hacer crecer el patrimonio de la familia (financiero, intelectual o social)”
Sin embargo, a esto debemos agregarle el concepto de perdurabilidad:
“manteniendo el propósito de darle continuidad a través de las siguientes generaciones familiares”.
Haciendo una rápida revisión de las empresas existentes en la actualidad (prácticamente en todo el mundo), la mayor parte de las empresas tiene origen o se convierten en empresas familiares; de acuerdo al Instituto de Familias Emprendedoras del Tecnológico de Monterrey (IFE), el 90% de las empresas son familiares. Sin embargo también es una realidad que la mayor parte de estas empresas no sobreviven en el tiempo (el 55% de las empresas familiares que nacen cada año, desaparecen durante la primera generación, y no solo eso, el 30% sobrevive en la segunda generación y tan solo el 5% en la tercera generación. Ahora bien, según el mismo IFE, el 85% de los fracasos en las empresas familiares se debe más a problemas relacionados con la familia que a los problemas propios de la empresa.
La empresa familiar enfrenta importantes retos en su creación y posterior desarrollo, sin embargo algunos de los más críticos son (de acuerdo al Instituto de la Empresa Familiar de España, IEF): Continuidad Generacional (planeación e implementación del proceso de sucesión), Profesionalización de la Gestión (esquemas de organización y operación bien estructurados y profesionalmente implementados), Desarrollo de Procesos de Innovación (tecnológica y de gestión) que garanticen la competitividad, crecimiento y sustentabilidad, Diversificación a través de la generación de nuevas unidades de negocio (a partir de la misma empresa familiar) e Internacionalización (para competir ante la globalización y aprovechar las oportunidades que esta le ofrece).
Ante esta complejidad de elementos que forman parte inherente de la empresa familiar, se pensaría que es mejor no crear y operar las empresas bajo un modelo familiar. Sin embargo, la empresa familiar presenta grandes ventajas, entre ellos: Sentido de pertenencia y orgullo (la empresa es un conjunto de bienes propios y un modelo que forma parte del patrimonio de la familia en el más amplio sentido de la palabra), y derivado de este aspecto, compromiso, responsabilidad, confiabilidad, deseo de logro, entre otros; Conocimiento (se genera un conocimiento que se comparte y le da solidez a la operación y gestión de la empresa); Planeación a largo plazo (ante la perspectiva de permanencia, la planeación no es para el día a día, sino para el desarrollo futuro de la empresa, tendiendo a poner por encima los resultados de largo plazo, aún a costa de los beneficios a corto plazo, es decir, se le visualiza como una inversión); Claridad en la autoridad y toma de decisiones (especialmente en la primera generación y al realizarse correctamente el proceso de sucesión e integración de la familia al modelo de gobernanza); Cultura estable (que le imprime un sello distintivo a la empresa y se convierte en un intangible muy valioso a los ojos de clientes internos y externos), y quizá uno de los aspectos más valiosos de a empresa familiar es que posee los Valores de la Familia, y estos se convierten en un modelo que no solo da personalidad propia al negocio y su forma de interactuar con el medio, que aglutina a la familia en torno a la empresa y crea el marco de referencia para la toma de decisiones y la gestión en general de la empresa, sino que es un legado que se transmite de generación en generación, dando cohesión a la familia y a la empresa.
Todo lo anterior convierte a la empresa familiar en un esquema de desarrollo social y económico no solo de la familia misma, sino de la comunidad en su conjunto, por lo que su importancia es muy grande, y por tal motivo debe atenderse y apoyarse para ayudarla a superar los obstáculos que se le van presentando a lo largo de su creación y desarrollo. La empresa familiar debe considerar aspectos básicos que le permitan superar los retos y afrontar los riesgos inherentes al mismo binomio familia-negocio, así como los que el medio ambiente actual les presenta. Para esto deben seguirse esquemas de desarrollo de la empresa, de la familia y del aspecto de propiedad, recibir capacitación, preparar sus mecanismos de planeación y gestión de la empresa y comenzar a revisar, para prevenir, los conflictos que claramente se sabe que se van a presentar, y de esa manera estar mejor preparados para los nuevos que pudieran surgir. El más claro ejemplo es el caso de la sucesión, el cual no es un evento rápido a realizar, sino un proceso que debe ser planeado y estructurado, y que de esta manera dará a la empresa y a la familia no solo certidumbre de futuro, sino ventajas que le permitirán aprovechar la experiencia y conocimientos generados hasta el momento e incorporar los nuevos como elemento diferenciador o ventaja competitiva para lograr un mayor desarrollo.
Así pues, la empresa familiar no debe verse como una situación casual, sino como un propósito intencional, que le dé valor al negocio y que permita unir y desarrollar a la familia que le da origen.
Autor Rafael E. Alcaraz Rodríguez
Fuente http://familiasemprendedoras.wordpress.com/2012/08/05/28/
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