por Ana Minguella
Según Josep Tàpies, profesor de Dirección Estratégica y titular de la Cátedra de Empresa Familiar (EF) del IESE, esta tipo de empresa “está por encima de la familia porque el bien común está por encima del bien individual”. “Es necesario, por tanto, hacer todo lo posible por perpetuarla, afirmó el profesor en una sesión de antiguos alumnos en Zaragoza.
El profesor aconseja que lo primero que hay que hacer es “hablar bien de la empresa en el ámbito familiar, ya que no se puede amar lo que no se conoce”, aunque recordó la riqueza de chascarrillos populares que ponen en evidencia la dificultad de lograr la longevidad de la empresa, como el dicho de “quien no lo tiene lo hace y quien lo tiene…¡lo deshace!”.
El profesor John L.Ward, experto mundial en empresa familiar y co-autor junto a Tàpies de “Valores familiares y creación de valor”, afirma que “sólo un 13% de las empresas familiares pasa de la segunda a la tercera generación y tan sólo el 7% llega a la cuarta”. Al respecto, afirma Tápies que “cuando la marca va unida al apellido familiar, se lucha mucho más por sostenerla que si surge, por ejemplo, de un gabinete de comunicación”.
Y es que desde que Henry Ford montó su fábrica de coches hace 100 años -con la que nació el concepto moderno que tenemos hoy de empresa- el conflicto de intereses entre la empresa y la familia sigue siendo uno de sus principales escollos. Según el profesor Tàpies, la causa es que “en la empresa se asciende por meritocracia, mientras que en la familia se quiere a todos sus miembros por igual, por lo que son y no por lo que hacen, al revés de la empresa”.
5 reglas de oro y… 5 errores
Para superar este inevitable conflicto entre ambas, el experto aconseja “definir claramente el rol de cada miembro de la familia, respetando cinco reglas básicas que se deben de tener en siempre en cuenta”:
1ª.- Tratar a la empresa como empresa y a la familia como familia.
2ª.- Anticiparse y evitar las sorpresas, principal enemigo de la EF. Para ello, tener una lista de asesores tan larga como temas puedan surgir, hasta un terapeuta si hace falta.
3º.- Tener los órganos de gobierno adecuados al tamaño de la empresa, dejando clara la interdependencia entre ellos. En otras palabras, disponer de estructuras para casi todo.
4ª.- Prestar atención al ritmo de crecimiento de la empresa… ¡y de la familia!
5ª.- Evitar caer en los cinco errores típicos de la EF:
-“El síndrome del ADN”: confundir la propiedad con la capacidad de dirigir y gobernar. El hijo de un empresario no tiene por qué ser buen empresario.
-Confundir las relaciones de afecto (familia) con las relaciones contractuales (empresa)
-No seguir las reglas del mercado en las rentas del trabajo y las rentas del capital.
-Retrasar la sucesión. En este punto, hay una nueva tendencia: se habla ya más de cohabitación que de sucesión.
-Creerse inmunizado, algo que el empresario expresa con la famosa frase “a mi estas cosas no me van a ocurrir”. Es la falta de humildad del directivo.
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