por Salo Grabinsky
En el negocio familiar debe existir un código de ética y conducta con sus reglas de gobierno, para que sus integrantes se comporten adecuadamente.
Dos emporios familiares se encuentran en serios problemas debido a cuestiones éticas y de sobornos y, éste debiera ser un toque de alarma para numerosos negocios de todo tamaño en el mundo. El primero es el grupo News, la cadena de medios del australiano Rupert Murdoch y su familia. Su turbulenta trayectoria es digna de una novela, tanto por su afán de comprar periódicos, cadenas televisivas y editoriales como en su vida personal.
El último escándalo que lo involucra a él junto con su hijo James fue el espionaje telefónico a varios personajes ingleses para obtener información secreta y publicarla en sus periódicos amarillistas antes que la competencia. Ya hubo repercusiones, renunciaron varios ejecutivos incluyendo al sucesor de Murdoch y se investiga a sus otros medios a nivel mundial. En Inglaterra, los legisladores enviaron una recomendación para que Murdoch deje el poder de sus empresas, por no tener ya la capacidad mental, debido a su edad de 81 años.
En el protocolo familiar debe existir un código de ética y conducta con sus reglas de gobierno, para que la familia dueña, sus ejecutivos y en general el personal se comporten dentro y fuera del negocio de manera correcta. No necesitan ser santos, pero sí medir sus actos y ver las consecuencias que pueden causar si no actúan adecuadamente. El problema se magnifica cuando se causa un daño a terceros inocentes y siendo realistas, en la actualidad las víctimas ya no están desamparadas, ya que se asesoran con abogados que exigen que se les indemnice y castigue al (los) culpable (s). Un protocolo tiene como objetivo básico fijar límites y ser práctico, para preservar el buen manejo del negocio y su continuidad y, muy importante, cuidar el prestigio y la reputación de los dueños y ejecutivos, sean estos familiares o no.
En este caso, por muchas relaciones públicas y damage control (control del daño) que se haga, difícilmente vuelve la confianza en estas personas y eso es muy grave para todos.
El otro caso involucra al negocio familiar más grande del mundo: Walmart, fundado por Sam Walton en Estados Unidos y que en México es el principal empleador privado y precisamente es aquí donde se les acusa de sobornos a funcionarios públicos para acelerar su crecimiento y conseguir permisos en regiones con sus tiendas. Estos supuestos sobornos van en contraposición con las reglas de gobierno corporativo de esa empresa familiar, de su consejo y altos directivos. Las autoridades estadunidenses ya tomaron cartas en el asunto así como también parece ser, las de este país.
No voy a moralizar sobre este particular, ya que seguimos siendo un mal ejemplo de corrupción a escala mundial y eso va desde la “mordida” por faltas de tránsito en cualquier avenida, como a muchos niveles, tanto públicos como privados, pero no es lógico que en las empresas de estructura familiar, donde la sucesión y continuidad son motivo de orgullo y arraigo, se condonen actos ilegales. Hay mucho en juego para el futuro del negocio, evitando al máximo prácticas nocivas al prestigio de la empresa y, por ende de sus productos y servicios.
El público consumidor está atento a comprar en empresas que le den calidad y buen precio y no le gusta saber de corrupción y otras prácticas ilegales, ya que le da desconfianza.
Los negocios familiares tienen responsabilidad de mantener códigos de ética y reglas claras para todos, para no perder prestigio ante su comunidad. Políticas de gobierno y protocolos son indispensables para la administración profesional.
Autor Salo Grabinsky gzsalo@gmail.com – www.delverboemprender.com.mx
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