viernes, 29 de junio de 2012

Pecados de Pymes familiares




por Felix Canale

En la Argentina, el 80 por ciento de las empresas son familiares. Un número que no debe sorprender, porque en Italia alcanzan al 85%, en Alemania al 90% y en Suiza al 95 por ciento.El dato corre por cuenta de Diana Algranti, experta en protocolos jurídicos que regulan las relaciones entre socios de una misma familia, o distintas familias, quien la semana pasada brindó una conferencia organizada por la Cámara de Comercio Exterior de Santa Fe.
Algranti se enfocó en lo que ella llama “Los 7 pecados capitales” de este tipo de compañías; es decir, lo que no debe hacerse. En su exposición ante unos 100 empresarios Pymes (algunos fundadores y otros de segunda y tercera generación) sucedió algo curioso: fue interrumpida varias veces por asistentes que agregaban comentarios, o acompañaban con risas cómplices las puntualizaciones de la experta. Algo así como que estaban escuchando lo que, por fin, alguien les decía.

Más allá de las risas, la expositora deslizó un dato contundente: de los conflictos familiares, el más frecuente tiene que ver con la sucesión (de primera a segunda generación), y ellos explican el 75% de los casos de cierre de empresas con estas características.

Los estándares

“El conflicto principal surge entre padres e hijos. Es difícil, porque responde a algo natural, que es la competencia entre padre e hijo (o madre e hija), incluso en la vida cotidiana. El problema se presenta cuando esa tensión se traslada a la empresa”, explica Algranti en diálogo con El Litoral.

Agrega una observación: “Cuando se genera este tipo de situación lo habitual es no realizar consultas, porque se entiende que es un problema familiar y no de la empresa”.

De todos modos existe una tendencia: “Se está haciendo más frecuente dice que al iniciarse una etapa conflictiva todavía incipiente, al fundador se le prende la lamparita y se da cuenta de que “esto viene para despelote y mejor llamemos a alguien”. Iniciar un trabajo de protocolo, bajo la sombrilla del fundador, facilita la tarea”.

Además de eso, un problema consistente es la confusión de la caja entre las necesidades de la empresa y las familiares. “Se confunden requerimientos personales bajo la premisa: ‘la empresa lo necesita’. Si todo va bien en la compañía el problema no se nota. Pero cuando surgen dificultades esto se traslada inmediatamente a la rentabilidad”.

Industria

De su experiencia como facilitadora en la concreción de protocolos, Algranti observa que la mayor parte de su trabajo se orienta hacia empresas industriales, o aquellas que de alguna manera están relacionadas con la producción.

“Probablemente porque es el sector con más historia, pero también porque las empresas industriales son las más complejas. La industria tiene que manejar la cuestión productiva y además la comercial. Eso no es fácil y la conducción de la compañía requiere profesionalización, que no forzosamente aportan los vínculos familiares”.

Deja una reflexión ácida: “Las Pymes están peleando para que el gobierno las favorezca con políticas que faciliten su continuidad, pero internamente tienden a no reconocer los factores familiares que están atentando contra esa continuidad”.

No hay peor cosa que la tensión entre el compromiso de familia y los objetivos de la empresa. Si se agudiza, el resultado se traduce en pérdida de competitividad e incluso en el cierre de la compañía.

Autor: Félix Canale – fcanale@ellitoral.com

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