sábado, 1 de septiembre de 2012

Cómo sobrevivir en un contexto de cambios






Por Leonardo J. Glikin

Frente a la percepción de una crisis, muchas personas postergan instintivamente el desarrollo de sus proyectos, sin advertir que -quizás- esa postergación termina siendo la causante de una mayor debilidad para su propia organización.
La palabra crisis proviene del griego y significa “separar”/ “decidir”. Otra acepción se refiere a “cambio drástico” en una situación determinada. En una crisis, se reordenan los factores de una manera diferente a lo que era normal en la etapa anterior, se separan esos factores, y se toman decisiones. La palabra crisis, aisladamente, describe muy poco, ya que es necesario utilizarla en función del ámbito en el cual se expresa: “crisis económica”, “crisis política”, “crisis social”, etc.
No existe una crisis única, sino diversas situaciones que afectan de manera distinta a las organizaciones empresariales:
• Dificultades para la importación de insumos
• Limitaciones a la actividad de los importadores
• Aumentos significativos de precios en determinados artículos
• Previsión de dificultades energéticas
• Restricciones en el mercado cambiario
• Un nuevo escenario en las relaciones internacionales, a partir de la expropiación de YPF
Los factores subjetivos
El sólo hecho de que la crisis esté en la cabeza de los agentes económicos (es decir, en cada uno de nosotros) la convierte en un elemento de la realidad, porque las reacciones que se adoptan (consumir menos, postergar inversiones, despedir personal) son, a su vez, generadoras de consecuencias económicas que luego son interpretadas como una confirmación de la situación de crisis.
En definitiva, cuando se instala la certeza de que algo malo va a ocurrir en la economía, hay muchas probabilidades de que ocurra, porque los agentes económicos hacen realidad lo mismo que temen.
Apropiarse de la crisis
Una de las consecuencias más negativas de una crisis, es la situación de parálisis en que muchos quedan sumidos. Parecería que lo que ocurre en la macroeconomía es más importante que lo que cada uno puede hacer en su propia organización, y, entonces, muchos se quedan esperando “a ver qué pasa”. De esta forma, se pierde un tiempo valioso, que habría que invertir, no tanto en ver cómo se desarrollan los acontecimientos, sino en cómo nos posicionamos frente a ellos.
La mejor estrategia para poder superar una crisis consiste en apropiarse de ella, o sea, entender su dinámica, definir cuál es su incidencia en nuestra propia realidad y, en consecuencia, cuáles son las medidas que debemos adoptar para contrarrestarla.
A continuación, vamos a articular algunas preguntas, cuya respuesta nos va a resultar muy útil para determinar dónde estamos parados realmente y qué debemos hacer:
¿Considero que esamos viviendo una crisis? ¿Por qué razones?
¿A qué situación del pasado se parece la situación actual?
¿Cuáles son las principales similitudes con esa situación del pasado?
¿Cuáles son las principales diferencias?
¿Hay alguna diferencia entre mi posicionamiento actual y el posicionamiento que tenía en aquella crisis que tomo como referencia? ¿En qué consiste?
¿Cómo se superó aquella crisis? ¿Cuánto duró?
¿Cuáles fueron sus consecuencias en general?
¿Cuáles fueron sus consecuencias en mi situación particular?
¿Qué errores cometí en aquella oportunidad?
¿Qué debo hacer para no repetir los mismos errores?
Consolidar la propia empresa
Pensar qué debemos hacer para que una crisis no nos afecte, o que nos afecte lo menos posible, es una de las maneras eficientes de consolidar la empresa. Esto significa, analizar sus fortalezas y debilidades, para que podamos aprovechar las oportunidades de la manera más dinámica posible y para que las amenazas no nos dejen fuera de juego.
En toda empresa hay riesgos propios de la organización, que aluden a la relación entre sus integrantes y que, para la trascendencia de la empresa en el largo plazo, son igualmente importantes que las contingencias externas, como una crisis económica.
Pensar cuáles son esos riesgos es el primer paso para poder superarlos exitosamente y, por lo tanto, proveer a la empresa de:
- Personas entrenadas para reemplazar a quienes ocupan un lugar clave en la organización, en caso de enfermedad o fallecimiento.
- Un mecanismo para prevenir y resolver conflictos entre los integrantes de la empresa, y entre ellos y sus familias.
- Una estrategia de salida para quien hoy está a cargo de la empresa.
Más allá de una crisis coyuntural, hay valores permanentes que hacen fuerte a una empresa, y que le permiten adaptarse a los cambios. En todos los órdenes de la vida, a esa capacidad de adaptación para sobrevivir se la llama “resiliencia”.
Consolidar la empresa y desarrollar la resiliencia frente a las crisis es ganarse el derecho al futuro.
Autor Leonardo J. Glikin Abogado, consultor en Planificación Patrimonial y Sucesoria, director de CAPS – Empresa & Familia – Consultores y del primer portal argentino de Planificación. – Un plan de sucesión que evite conflictos y que garantice el liderazgo a largo plazo.
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